²¹ 'ᴛʀᴀɴᴋsᴠɪɢɪɴ ᴅᴀʏ ᵖ²'

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Algo que Lee odiaba sin duda eran las promesas incumplidas, y la poca esperanza que las personas tenían.

Laray lo observó salir molesto de la oficina de George, notando que estaba triste y enojado. Dejó lo que estaba haciendo y se dirigió a la oficina luego de haber perdido de vista a Lee.

Había estado hablando con Richard, el tío de Jackie, y con su hermano, pero en monosílabos. Ambos sabían que tenían cosas que hablar, pero lo harían luego de que la chica terminara de decorar las almohaditas rellenas.

Al entrar, se encontró con Isaac cargando una expresión algo molesta y desanimada, con la mirada en la nada misma. Soltó un suspiro, haciéndose una idea de lo que había pasado, para luego dar pasos hacia él y luego rodearlo con sus brazos.

— Yo sabía, no se iba a presentar. — Murmuró el pelinegro, escondiendo su rostro en la cobertura del cuello y hombro de la rubia, mientras sus manos encontraban lugar en su cintura.— No sé porque sigue teniendo esperanzas.

— No es malo tener esperanzas.

— No, ya lo sé, pero papá siempre hace lo mismo con nosotros. Promete y no cumple.

— Capaz no pudo estar justo en esta fecha, pero puede que los llame en unos días. — El chico se calló, con sus palabras repitiéndose en su mente y con el nudo en su garganta haciéndose cada vez más difícil de controlar.— No pierdan las esperanzas. Lee las tiene porque sabe que los puede llamar en cualquier momento.

— Discutí con Lee.

Laray dejó de hablar luego de las palabras de Isaac. Todos sabían lo mucho que el pelinegro odiaba pelear con su hermano, se le bajaba el ánimo abruptamente.

Isaac no estaba enojado con Lee por la pelea, sino con su padre. Otra vez los había vuelto a decepcionar a ambos, y digamos que él no era de soportar ver a Lee triste.

Por eso mismo estar rodeado en los brazos de Laray, estaba siendo como una cura para su corazón. La chica lo podía hacer sentir mejor solamente con sus brazos y era algo que nunca iba a ser capaz de explicar.

Aún no podía creer como fue, y es tan afortunado de tener una chica como ella en su vida. Tenerla dentro de su familia era la mejor cosa que le pudo pasar en su vida. No se imaginaba un día sin su sola presencia.

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Laray suspiró al tener un monosílabo como respuesta por parte de Lee, quién estaba sentado en la mesa redonda jugando con un limón verde. Sus ánimos estaban por el suelo y era muy notable, por lo que verlo así generaba un pinchazo en el corazón de la rubia.

Suspiró y se recostó sobre sus brazos, desviando su mirada hacía George, Katherine y Hayley, quiénes hablaban animadamente alrededor de la cocina.

Lee la miró al verla hacer aquella acción y suspiró, triste por su comportamiento. No quería ser así con ella, pero la molestia y tristeza viajaba dentro suyo, arruinando el día de Acción de Gracias que era uno de los días más especiales para todos los miembros de la familia.
Estaba molesto con su padre y hermano. Con su padre por haberlos decepcionado de nuevo, y con Isaac al no tener esperanzas nunca.

Laray fijó su vista en George, notando que el mayor tenía cierta mirada de preocupación mientras miraba a Lee y echaba ojeadas a el mueble de atrás, dónde de pronto agarró una caja delgada negra de cuerina.

La rubia frunció el ceño, intercambiando miradas con Katherine quién le sonrió un poco sin ánimos, por lo que suspiró. George se dirigió hacía ellos con la caja en sus manos, poniéndose de cuchillas para estar a la altura de los dos mejores amigos pero su vista estaba fija en su sobrino.

𝐌𝐘 𝐋𝐀𝐃𝐘 | Isaac García Donde viven las historias. Descúbrelo ahora