¹⁸ 'ғᴏᴜɴᴅ ᴇᴍᴏᴛɪᴏɴs'

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El sol había vuelto a caer en Colorado, y la tensión en la casa se sentía. Todos, a excepción de los pequeños y los adultos, sabían que era por la situación en la que la pareja favorita de la casa se encontraba hace dos días.

Isaac y Laray desde que habían llegado de Mountain View, ninguno había hablado con el otro. Isaac hacía su intento de acercarse, pero ella solamente se alejaba de él y eso al pelinegro lo estaba matando por dentro.

Mientras tanto, Lee y Laray seguían hablándose. Aunque la rubia se ponía tensa sin razón, ya que tenía miedo de que Lee saque el tema del mayor de los García.

Ella no sabía cómo expresar lo que estaba sintiendo, una mezcla de vergüenza y ganas de matarse a sí misma. Ahora mismo, todos volviendo de la escuela, Laray había decidido pasar a ver un rato a Miney, para contarle todo lo que le había sucedido hace dos días.

— No sé cómo actuar cuando está cerca, Mine. — Murmuró hacía su caballo, acariciando el suave pelaje de su animal favorito en el mundo.— Siento mucha vergüenza, y eso me impide no poder verlo a los ojos. No me gusta que estemos así.

A la vez que sus palabras salían de su boca, Lay sentía como si dagas se clavaran en su corazón. El hecho de no poder ver y sonreírle cómo siempre a su chico, la lastimaba mucho. Su relación con el mayor de los García era una de las cosas que más apreciaba en ese momento por lo importante que se había vuelto.

En dos días se celebraría el día de Acción de Gracias, pero la emoción no se sentía como antes. La razón de aquello era porque los Walter, no podían evitar sentirse mal ante todo lo que estaba ocurriendo con la chica Smith y el chico García.

— Lay.

La rubia soltó un pequeño suspiró al escuchar la voz de Lee. Sabía que cuando le hablaba de manera sería era porque se había cansado.

— ¿Que pasa, Lee? — Preguntó, sin dejar de acariciar a su caballo mientras sentía los pasos del chico caminar hacía ella.

— Sabes muy bien lo que pasa. — Laray tragó duro— Sé que no es de mi incumbencia pero la verdad me siento como si estuviera en medio de un divorcio de una relación que ni siquiera comenzó.

Sus palabras provocaron un aceleramiento en el corazón de Laray, quién trataba de evitar su mirada a toda costa. Lee suspiró al notar eso, y se sentó en la madera.

— Tampoco me gusta ver como Isaac empieza a desanimarse al pensar que por ahí se ilusionó y creyó que tenías algo mas fuerte que una amistad con él.

Lay sintió como un nudo empezaba a formarse en su garganta, lo que provocó que bajara la cabeza cuando notó como las lágrimas empezaban a abundar sus ojos. Lee notó eso y de forma inmediata se bajó de la madera para caminar hacía ella, envolviendo su cuerpo en un abrazo que sabía que necesitaba.

Y como esperó, la rubia rompió en llanto una vez que estuvo envuelta en sus brazos. Eran muy pocas las veces en las que Lee vió llorar a su mejor amiga, y el hecho de sentirse él en el medio lo hacía sentir mal.

Su mejor amiga estaba mal, pero su hermano también lo estaba. Y Laray era prácticamente la hermana mayor que nunca tuvo, aunque en ese momento, para él fuera algo más que eso. Sus personas favoritas en el mundo estaban mal por el otro, y eso lo rompía.

— ¿Tienes miedo? ¿Es eso? — Preguntó el más alto, refiriéndose al tema de que Isaac antes de estar enamorado de ella, era un mujeriego de primera.

La rubia negó, apretando entre sus manos la camisa blanca del chico, a quién parecía no importarle que mojara su hombro miles de veces.

El tener a Lee como mejor amigo y pañuelo para sus mocos siempre que la necesitaba, le calentaba el corazoncito, llenándola de cariño porque sabía, que poder ver la verdadera sonrisa del menor de los García, era un privilegio que muchos no se animaban a tener por la imágen que se habían creado del chico. El chico era sin duda, su lugar favorito en el mundo y al que recurriría siempre que estaba mal.

𝐌𝐘 𝐋𝐀𝐃𝐘 | Isaac García Donde viven las historias. Descúbrelo ahora