²⁷ try to understand

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Al otro día Laray se levantó con un fuerte dolor de cabeza que la hizo cerrar los ojos nuevamente. Al abrirlos, descubrió que no estaba en su cama ni mucho menos en su habitación, sino que en la de Alex y Nathan.

Sintió sus ojos doler por la luz solar que entraba de la ventana mientras se sentaba en la cama, soltando un pequeño jadeo doloroso. Miró a la cama restante y sus ojos conectaron con los de Nathan, quién le esbozó una pequeña sonrisa al verla despertarse.

— Buenos días.

— Necesito agua.

El chico le señaló con una de sus cejas la mesita de noche y ella llevó sus ojos hacia ahí. Soltó un suspiro de alivió al ver el vaso de agua junto a una tableta de pastillas que no dudó en tomar luego de digerir el agua para calmar la sequía de su garganta. También volvió a tomar agua después de tomar la pastilla y se terminó todo el contenido.

Los recuerdos de la noche anterior empezaron a llegar a ella y apretó los ojos a la vez que un pinchazo se instalaba en su corazón. Negó con la cabeza y se puso de pie, descubriendo que se encontraba vestida con su pijama y que abajo de la almohada había una pequeña carta de Cole, quién le explicaba como había podido cambiarla sin verla y que lo disculpara.

Eso le sacó una pequeña sonrisa mientras se dirigía hacia el corredor para ir a la ducha. Necesitaba relajarse y relajar su mente de todos los recuerdos.

Al acercarse al baño se encontró con Jackie, quién se detuvo abruptamente al verla. Laray no lucía nada bien en la mañana. Tenía los ojos hinchados, rojos y con restos de maquillaje.

— Lay... — Murmuró, queriendo acercarse a ella pero la rubia negó.

— Necesito estar sola.

La chica de cabello rubio pasó por al lado de Jackie e ingresó al baño de inmediato, cerrando la puerta con llave. Al mirarse en el espejo sintió que su corazón se aceleraba por como se veía.

Tanto le había costado hacerse su maquillaje para luego despertarse así por el llanto de la noche. Lo único que seguía intacto de su rostro era el labial rosa y eso le causó más dolor en su corazón.

Negó con la cabeza, intentando reprimir que su mente se llenara de pensamientos negativos ante los recuerdos, y encendió la ducha.

Se sacó rápido toda su ropa y entró debajo del agua, con su cuerpo relajándose por el contacto del agua tibia contra su cuerpo frio. Se dió una larga y lo qué intentó que sea, una tranquila ducha para luego salir del baño con su bata puesta.

Subió las escaleras y se metió a su cuarto lo más rápido que pudo, más sus pasos se detuvieron al ver a cierta persona en su cama. Sintió su corazón acelerarse cuando Isaac llevó sus ojos hacia su rostro mientras los recuerdos empezaban a sofocar su mente.

— Lay... — Murmuró él, poniéndose de pie rápidamente para acercarse.— ¿Podemos hablar?

— Tengo que cambiarme, Is. — La rubia se alejó, sosteniendo el cordón de su bata.— Y no quiero hablar. Necesito estar sola.

— Lay, por favor...

— Isaac, te juro que estoy tratando de no presionarte con preguntas porque por más que ahora esté muy molesta contigo, no soy capaz de permitir que volvamos a estar como antes. Solo necesito estar sola.

— Por favor, amor.

— ¿No entiendes un “No”, Isaac? — El pelinegro se calló de inmediato por lo tranquila que había sonado su voz—  ¿O es que Inés nunca te lo ha dicho?

— Por favor, no me saques ese tema y hablemos.

La rubia resopló y asintió, dándose por vencida y volteando a verlo. Hizo una ceña con su mano para que hablara, pero el silencio predominó la habitación.

𝐌𝐘 𝐋𝐀𝐃𝐘 | Isaac García Donde viven las historias. Descúbrelo ahora