Capítulo XXXIII

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En lo alto del acantilado, la atmósfera se cargaba de una tensión palpable mientras el grupo se preparaba para enfrentar la prueba final. La reliquia misteriosa brillaba con un resplandor dorado, emanando un poder que parecía palpitar en el aire mismo. Horus, Ishia y la mujer misteriosa intercambiaron miradas, conscientes de la importancia del momento que estaban a punto de enfrentar.

De repente, un rugido atronador resonó en el cielo, rompiendo el silencio de la montaña. El viento se agitó violentamente, y una sombra oscura descendió del firmamento, surcando el aire con una majestuosidad temible. Era la bestia voladora, una criatura ancestral que renacía de sus propias cenizas, lista para desafiar a aquellos que se atrevieran a buscar la reliquia.

Horus apretó el mango de su espada con firmeza, su mirada fija en la bestia que se acercaba. Ishia invocó sus poderes místicos, preparándose para enfrentar el desafío que se avecinaba. La mujer misteriosa permaneció imperturbable, su rostro sereno ocultando la determinación que ardía en su interior.

Con un batir de alas poderoso, la bestia descendió sobre ellos, su figura imponente eclipsando el sol. Sus ojos ardían con un fuego antiguo, y su rugido resonaba en los corazones de los viajeros como un eco de tiempos olvidados. Sin embargo, el grupo no retrocedió ante la amenaza que se cernía sobre ellos; en cambio, se prepararon para enfrentarla con coraje y determinación.

La batalla que siguió fue épica, una lucha desesperada entre la fuerza desatada de la bestia y la valentía indomable del grupo. Horus esquivaba los embates de la criatura con agilidad, su espada brillando con cada golpe certero. Ishia desataba sus poderes místicos, creando barreras protectores y lanzando ráfagas de energía contra su enemigo. La mujer misteriosa, con una destreza impresionante, se movía con gracia entre los ataques de la bestia, buscando una oportunidad para contraatacar.

La batalla parecía interminable, cada momento una lucha frenética por la supervivencia. La bestia voladora desplegaba toda su ferocidad, pero el grupo resistía con determinación, negándose a ceder ante el peligro que los rodeaba. En medio del caos y la destrucción, se forjaba una alianza inquebrantable, una unión de fuerzas dispuestas a enfrentar cualquier desafío que se interpusiera en su camino.

Finalmente, después de una batalla feroz y agotadora, la bestia voladora retrocedió, derrotada pero no destruida. Con un aleteo poderoso, se elevó en el cielo una vez más, desapareciendo en la distancia como un espectro de su propia leyenda. Horus, Ishia y la mujer misteriosa observaron su partida con mezcla de alivio y determinación, sabiendo que la prueba aún no había llegado a su fin.

***

La respiración agitada del grupo resonaba en el aire tenso mientras observaban cómo la bestia voladora desaparecía en el horizonte. Ishia se volvió hacia Horus, su mirada reflejaba determinación y preocupación.

"Horus, esa criatura volverá, y con aún más poder", advirtió Ishia, su voz cargada de seriedad.

Horus asintió, su mandíbula tensa mientras observaba el cielo donde la bestia se había desvanecido. "Lo sé, Ishia. Debemos estar preparados para su regreso".

La mujer misteriosa se acercó a ellos, su presencia tranquila pero llena de energía. "Tenéis razón. La prueba aún no ha terminado. Debemos fortalecer nuestras defensas y estar listos para enfrentarla nuevamente".

El grupo se puso en marcha, utilizando el tiempo que tenían para reagruparse y prepararse para el próximo encuentro con la bestia. Horus examinó su espada, asegurándose de que estuviera lista para el combate. Ishia canalizó sus poderes místicos, buscando fortalecer las barreras protectoras que los rodeaban. La mujer misteriosa permaneció en silencio, su mirada enfocada en el horizonte, donde la oscuridad se cernía como una sombra amenazante.

Horus Jepri ChroniclesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora