Capítulo XXXIX

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El eco de la leyenda de la Piedra del Génesis resonaba en las mentes de Horus Jepri y su grupo mientras se preparaban para emprender su viaje hacia el reino de las doce cámaras. La advertencia de Anubis aún reverberaba en sus oídos, recordándoles los peligros que enfrentarían en su búsqueda.

Con determinación en sus corazones, Horus, Ishia, la Sacerdotisa y Sharm se pusieron en marcha, guiados por la esperanza de encontrar la Piedra del Génesis y restaurar el equilibrio en Egipto. El sol del desierto brillaba sobre ellos, iluminando el camino hacia su destino desconocido.

A medida que avanzaban por el árido terreno, la tensión en el aire era palpable. Cada paso los acercaba más al portal que los llevaría al misterioso reino de las doce cámaras, donde enfrentarían desafíos inimaginables y pondrían a prueba su valentía y su ingenio.

Horus lideraba el grupo con determinación, su mirada fija en el horizonte mientras se preparaba para lo que les esperaba. Ishia canalizaba su energía mística, lista para enfrentar cualquier obstáculo que se interpusiera en su camino. La Sacerdotisa rezaba en silencio a los dioses, pidiendo su protección y guía en esta peligrosa empresa. Y Sharm, con su destreza de ninja del desierto, vigilaba atentamente los alrededores, preparado para actuar en caso de peligro.

El viaje hacia el reino de las doce cámaras prometía ser largo y arduo, pero el grupo estaba decidido a superar cualquier desafío que se presentara en su camino. Con esperanza en sus corazones y coraje en sus almas, se adentraron en lo desconocido, listos para enfrentar su destino con valentía y determinación.

***

El grupo avanzaba con determinación hacia el portal que los llevaría al reino de las doce cámaras del inframundo, pero su camino se vio obstaculizado por la presencia de dos Uadjets que vigilaban la entrada con ojos penetrantes y alerta.

Horus Jepri y sus compañeros detuvieron su avance al ver a las guardianas del portal, conscientes de que enfrentarlas sería un desafío formidable. Las Uadjets, con sus cuerpos de serpiente y alas de halcón, parecían emanar una presencia intimidante que llenaba el aire a su alrededor.

Ishia observó a las criaturas con cautela, evaluando sus posibilidades de pasar desapercibidos o de enfrentarlas en combate. La Sacerdotisa buscó en su mente alguna plegaria que pudiera apaciguar a las guardianas del portal, mientras que Sharm se preparó para actuar rápidamente en caso de que las cosas se pusieran feas.

Horus, con su espada en mano, se adelantó con determinación, dispuesto a desafiar a las Uadjets y abrirse paso hacia el portal. Sabía que no sería fácil, pero estaba decidido a superar cualquier obstáculo que se interpusiera en su camino hacia la Piedra del Génesis y el destino de Egipto.

Las Uadjets observaron al grupo con ojos penetrantes, evaluando su determinación y su valentía. Por un momento, el aire se llenó de tensión, mientras ambas partes se preparaban para lo que estaba por venir en este enfrentamiento crucial en el camino hacia el reino de las doce cámaras del inframundo.

***

El silencio se apoderó del lugar mientras el grupo se preparaba para enfrentar a las imponentes Uadjets que custodiaban el portal hacia el reino de las doce cámaras del inframundo. Sin decir una palabra, Horus Jepri, Ishia, la Sacerdotisa y Sharm se colocaron en formación, listos para el combate que se avecinaba.

Con un rugido desafiante, las Uadjets se abalanzaron sobre el grupo, sus cuerpos serpentinos retorciéndose en el aire mientras extendían sus afiladas garras hacia ellos. Horus se lanzó al ataque, su espada brillando bajo la luz del sol mientras cortaba el aire en un intento de repeler a las criaturas.

Ishia desató una oleada de energía mágica, lanzando hechizos y conjuros para desorientar a las Uadjets y debilitar su ataque. La Sacerdotisa invocó el poder de los antiguos dioses, canalizando la fuerza de Sobek y lanzando proyectiles acuáticos hacia las serpientes voladoras.

Sharm se movió con agilidad felina, esquivando los ataques de las Uadjets y contraatacando con precisión mortal. Su guadaña cortaba el aire con un silbido amenazante, buscando abrir brechas en la defensa de las guardianas del portal.

La batalla fue feroz y frenética, con los cuatro guerreros luchando con todas sus fuerzas para superar a las Uadjets y abrirse paso hacia el portal. Las serpientes no retrocedían, atacando con ferocidad y determinación, pero el grupo se mantenía firme, decidido a no ceder ante la adversidad.

Con cada golpe y conjuro, el enfrentamiento alcanzaba su punto álgido, con el destino de Egipto pendiendo de un hilo en la balanza del combate. Horus y sus compañeros luchaban con coraje y determinación, sabiendo que la victoria era crucial para avanzar en su búsqueda y enfrentar los desafíos que les aguardaban en el reino de las doce cámaras del inframundo.

***

Las Uadjets, a pesar de su ferocidad, pronto se vieron superadas por la determinación y habilidad del grupo. Con movimientos ágiles y precisos, Horus y sus compañeros lograron esquivar los ataques de las serpientes, encontrando puntos débiles en su defensa y aprovechándolos al máximo.

Con un golpe certero, Horus logró derribar a una de las Uadjets, enviándola al suelo con un estruendo ensordecedor. Ishia, con su magia elemental, envió un rayo de energía que envolvió a la otra serpiente, debilitándola y dejándola vulnerable ante el siguiente ataque.

La Sacerdotisa, imbuida con el poder de Sobek, se abalanzó sobre la Uadjet caída, su espada cortando el aire con precisión mientras lanzaba un grito de guerra. Sharm, con su destreza, rodeó a la otra serpiente, lanzando golpes rápidos y certeros que debilitaron aún más su resistencia.

"¡No nos detendrán!" exclamó Horus, su voz resonando con determinación en la caverna. "¡Avancemos hacia el portal!"

Con un último esfuerzo conjunto, el grupo logró derrotar a las Uadjets, abriendo finalmente el camino hacia el portal que los llevaría al reino de las doce cámaras del inframundo. Aunque exhaustos, sabían que su misión aún no había terminado, y con renovada determinación se prepararon para enfrentar los desafíos que les aguardaban en el oscuro y misterioso reino más allá del umbral.

***

Al adentrarse en el portal, el grupo se encontró repentinamente en La-Duat, el oscuro reino de las doce cámaras del inframundo. Una atmósfera pesada y opresiva lo envolvía todo, y el aire estaba impregnado de un silencio ominoso.

Frente a ellos, se alzaba una figura enigmática: un sacerdote vestido con sotanas café, cuyos ojos brillaban con una luz inquietante en la penumbra. Estaba de pie junto a una barca anclada en la orilla de un río oscuro y turbio, que se extendía hacia el horizonte en un paisaje desolador y desolado.

"Saludos, viajeros del mundo de los vivos", dijo el sacerdote con una voz grave y profunda. "Yo soy el guardián de esta barca, el que guía a las almas perdidas a través de las aguas del inframundo hacia su juicio final".

Horus y sus compañeros miraron al sacerdote con cautela, conscientes de la importancia de su encuentro en este lugar misterioso y peligroso. Sabían que debían proceder con precaución, pero también sentían una determinación inquebrantable en su corazón, impulsándolos a seguir adelante en su búsqueda de la Piedra del Génesis y la salvación de Egipto.

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⏰ Última actualización: Mar 27 ⏰

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