Min-gyu entró, vistiendo una bata blanca y buscó con cautela su objetivo en el ajetreado entorno del hospital, donde el murmullo constante de conversaciones y el sonido de los monitores médicos llenan el aire. En medio de ese caos controlado, se deslizó con sigilo, sus ojos agudos escanearon cada rincón, cada rostro, en busca de su rival: Jungkook.
Las luces fluorescentes del hospital reflejaban en su rostro una expresión de determinación y frialdad, mientras se movía con una tranquilidad inquietante entre los médicos y enfermeras que corrían de un lado a otro. Su disfraz le permitía pasar desapercibido, como un lobo entre ovejas.
Su destino era claro: localizar la sala de emergencias. Pero no estaba allí para salvar vidas, sino para terminar con una. Sin embargo, no se precipitaba. Sabía que un movimiento en falso podría alertar a los demás y arruinar su plan.
Mientras se adentraba más en el laberinto de pasillos estériles, el palpitar de su corazón era lo único que rompía su concentración. La sala de emergencias estaba cerca, y con ella, su objetivo. El juego del gato y el ratón estaba a punto de alcanzar su clímax, y Min-gyu parecía listo para dar el golpe final.
Cómo se le había dicho anteriormente, las camillas estaban llenas a totalidad. Sus ojos viajaron por cada una, buscando a su enemigo pero al parecer, no estaba allí, lo que dejaba dos opciones: o lo habían dado de alta o estaba en un cuarto de observación.
Un sentimiento de frustración se apoderó de él, pero no se permitió perder la compostura.
Sin dejar pasar tiempo, comenzó a buscar en las habitaciones de recuperación. Cada puerta que abría, cada habitación que revisaba, aumentaba su ansiedad y su rencor.
Pensamientos oscuros llenaban su mente, cada uno de ellos centrado en Jungkook. Y es que este no era solo un objetivo para él, era el hombre que le había robado a la única persona que realmente había amado en toda su vida.
Finalmente, en una habitación al final del pasillo, lo encontró.
Jungkook estaba allí, durmiendo tranquilamente, ajeno al peligro que se cernía sobre él. Min-gyu se quedó en la puerta, observándolo por unos segundos. Un odio profundo y venenoso se apoderó de él, un odio que iba más allá de cualquier rivalidad. Jungkook le había quitado a Jimin, y por eso, estaba decidido a hacerle pagar.
El zumbido constante de las máquinas médicas era el único sonido, en un recordatorio constante de su estado. En el centro, la camilla parecía casi desolada, con Jungkook yaciendo inmóvil sobre ella.
El accidente había dejado huellas visibles: su rostro, normalmente lleno de vida, estaba pálido y marcado por cortes y contusiones. Un vendaje cubría parte de su cabeza, y su brazo estaba inmovilizado en un cabestrillo. A pesar de las heridas, había una especie de serenidad en su expresión dormida, una tranquilidad que contrastaba con la tensión en el aire.
— Este es final... Y yo he sido el único que ha seguido en pie, porque incluso tú; sin haber participado, estás a punto de perder — sonrió sacando el arma y caminó con pasos decididos hasta quedar muy cerca. Jungkook estaba dopado, al parecer — durante años... Pensé que no podría odiar a nadie tanto como odiaba a mi padre pero llegaste tú y me arrebataste lo único que me mantenía con vida — tragó grueso — Jimin lo era todo para mí... Era mi polo a tierra, mi guía. Era quien me hacía sentir realmente querido — crujió los dientes apretando la mandíbula — pero tú me lo quitaste... Hice todo, ¡todo! — exclamó en un susurro — para que él estuviera bien y aún así te prefirió. Por eso te odio más que a él — se enderezó y cargó el arma. Colocando el dedo en el gatillo.
El sonido de la puerta lo hizo voltear bruscamente y se encontró con los ojos tristes del rubio — M-min-gyu — Jadeó mirando la pistola.
Inmediatamente, el mayor giró el brazo y lo apuntó — Cierra.
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Chromatic Love - Kookmin
FanfictionLa muerte también puede unirte a personas a las que jamás esperas. La tentación y el pecado puede nublar tu juicio mientras intentas descifrar la verdad. Un incidente lleno de colores se puede tornar gris cuando la vida se despide. Y con ello, una s...