Capítulo 11. Terapia.

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—Cómo es posible que no me va aceptar mi proyecto final, es la primera vez que me pasa algo así, por favor, acéptelo, ¡haga una excepción por esta vez! —gritó Aleck

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—Cómo es posible que no me va aceptar mi proyecto final, es la primera vez que me pasa algo así, por favor, acéptelo, ¡haga una excepción por esta vez! —gritó Aleck.

—Lo siento, pero ya di mi última palabra. La entrega era al inicio de la clase, no al final, y no puedo aceptarte el trabajo fuera de ese plazo. Son reglas de la escuela, a mi no reproches nada —respondió el profesor con firmeza.

—Le suplico que lo reconsidere, no tuve tiempo de terminarla a tiempo, dormí hasta muy tarde para avanzar demasiado y ya lo tengo terminado, no sea tan duro, o me va a conocer a mí de verdad —dijo Aleck mientras se apoyaba en el escritorio.

—Aleck, por favor cálmate. Sé que esto es serio pero no le hables así al profesor, no ganas nada con decir eso, solo lo vas a empeorar la situación —intervino Rich.

Aleck arrojó su trabajo sobre la mesa del profesor y se va del salón de clases aguantando la furia que recorría por todo su cuerpo y cerrando con fuerza la puerta detrás de él.

—Acepte una disculpa a él por favor, no vaya a enviarle un aviso a sus padres, le suplico yo que le de una segunda oportunidad, juro que hablaré con él y verá que mejorará su actitud y no volverá a pasar algo así, se lo suplico, por favor —suplicó Rich con preocupación.

—Escucha —dijo el profesor mientras se limpiaba los lentes. —Está vez no lo haré, por dos razones. Primera, por qué él se acaba de ir y no tengo ganas de perseguirlo, y segundo, por qué me lo pides tú Rich. Eres un alumno ejemplar, con la mejor conducta y respeto hacia los demás, solo te encargaré algo si no es mucho molestia, ya que veo que eres cercano él y supongo que son amigos. Lo que quiero decir es que hables con él, convéncelo de que si sigue con esa actitud, lo llevará a serios problemas no solo con sus compañeros, si no con sus maestros y con personas de cargos importantes, lo creas o no, me preocupa él, tiene un futuro brillante, pero con esa actitud sólo lo llevará a que tenga más problemas.

—Prometo hablar con él. No puedo garantizar que cambie por mi influencia pero puedo sugerirle diferentes formas de poder hacerlo, puede que funcione —respondió Rich.

—Te lo dejo a tu criterio. Debo irme urgentemente ya. Nos vemos en la próxima clase, buenas tardes. Ah, y dile que le acepté su proyecto, no sé lo diré a nadie y ni tú tampoco le dirás a alguien de la escuela, ¿de acuerdo? —dijo el profesor.

—Si, puede confiar en mí. No se preocupe y nos vemos pronto profesor, gracias —respondió Rich aliviado.

Cuando salió del salón de clases, Rich encontró a Aleck cerrando su casillero con fuerza.

—Aleck —lo llamó Rich.

—¿¡Qué!?, ay lo siento, eres tú. Pensé que eras otra persona que no fueras tú.

—Tenemos que hablar —dijo Rich.

—¿Qué?, ¿sobre qué? —dijo Aleck preocupado.

—Lo qué pasa es que he notado un poco que tienes un pequeño problema con tu ira... He notado que te cuesta controlar tus emociones y que te enojas fácilmente —dijo Rich con calma.

Todas las cosas que él dijoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora