Cαρ 23

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Después de un par de horas, Aquino finalmente salió del apartamento de Natalan, pero no lo hizo solo, sino en compañía de Locochon. Aunque Aquino estaba lleno de sentimientos positivos puesto que Duxo lo había invitado en una cita para mañana, pero los de Locochon eran totalmente lo contrario, caminaron juntos hacia la casa de C3jo.

—C3jo... C3jo ya no me va a querer, Aquino...—dijo Locochon con las orejas caídas, mostrando arrepentimiento. La mano del híbrido sudaba frío mientras la movía nerviosamente por los costados de su pantalón.

Aquino suspiró y sonrió. —Claro que sí, Locochon.—respondió el castaño.

Aquino rezaba para que así fuera, sin desear llenar de falsas esperanzas a Locochon. Con un movimiento dudoso, pulsó el botón del timbre en el portón de C3jo y luego se apartó lentamente.

Pasó un tiempo, pero finalmente la puerta se abrió. La figura de C3jo apareció en la entrada de la casa, su rostro largo mostraba asombro al ver a Locochon. Descendió las escaleras lentamente y se dirigió hacia el portón, listo para llevarse consigo al lobezno.

Locochon tiembla un poco al ver a C3jo y baja tímidamente la mirada. C3jo sonríe amablemente y abre el portón.

—Adelante, ¿quieren beber algo?—pregunta el chico de pelo naranja, invitándolos a entrar.

Aquino suelta una risa seca. —No, gracias. Acabo de beber algo en casa ajena. Te traje a Loco.—

C3jo mira a Locochon, quien aún evita su mirada.

—Ya es muy tarde. Ven, entra, Loquito.—C3jo da un paso adelante, saliendo de su casa para tomar la mano de Locochon.—Si quieres hablar, hagámoslo adentro.—

Las mejillas del lobezno se tiñen de un tono rojizo, dejando rastros de rubor. Aquino sonríe con calma, sintiéndose victorioso por dentro. Con un paso hacia atrás, se despide de C3jo y Locochon.

—Debo volver a... mi apartamento, supongo. Tengo cosas que hacer.—Aquino guarda las manos en los bolsillos.

C3jo asiente simplemente, cierra el portón y entra a la cálida casa abrazando a Locochon. Parecía que el lobezno estaba llorando en silencio mientras se secaba los ojos. Sin embargo, solo C3jo podría saberlo, ya que estaban de espaldas, dirigiéndose por caminos diferentes.

Caminando por la calle con cierta inseguridad, Aquino baja la mirada, pensando en la cita con Duxo. ¿Cómo se presentaría? Se da cuenta de que está pensando tonterías, dado que Duxo vive en el mismo apartamento compartido.

Respira pesadamente, mientras el cálido aroma a vainilla de su ropa flota suavemente bajo su nariz. Está emocionado y ya quiere que sea mañana.

Finalmente, llega a la puerta del edificio y la empuja. Esta es la tercera vez en su vida que ve al portero del lugar, ya que casi nunca está.

Mirando de reojo al portero, que está concentrado en su celular, sube las escaleras rápidamente, pasando la mano por la baranda.

Al llegar a la puerta, Aquino pasa la mano por la manija, pero antes de abrirla, escucha de nuevo a Duxo inmerso en una llamada. Sin darle mucha importancia, abre la puerta, se sacude la ropa y camina por el pequeño pasillo hasta la sala. Sin embargo, Duxo no está ahí.

Encogiéndose de hombros con un suspiro, Aquino camina un poco nervioso hacia su habitación compartida. De repente, la llamada de Duxo se corta y nadie está en la habitación. ¿Qué mrd?, piensa Aquino, jurándose a sí mismo que había oído la voz de Duxo en la habitación.

Alguien lo agarra por detrás y su corazón se acelera. Con un grito ahogado, Aquino se voltea y finalmente ve el rostro de Duxo en su cuello, con los ojos cerrados.

۵❝¡𝓗𝓾𝓮𝓵𝓮𝓼 𝓪 𝓿𝓪𝓲𝓷𝓲𝓵𝓵𝓪!❞۵|| ෆ 𝙳𝚞𝚡𝚒𝚗𝚘.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora