Despertares y Desafíos

42 9 34
                                    


El sol se elevaba lentamente sobre el horizonte, tiñendo el cielo de tonos cálidos mientras el pueblo costero despertaba a la vida. En las estrechas calles bordeadas de casas pintorescas, el murmullo del mercado matutino comenzaba a llenar el aire, impregnándolo con aromas frescos y el sonido de voces animadas.

Mientras tanto, en la modesta casa costera donde vivían los Green, la mañana se deslizaba tranquila y apacible. Emily se encontraba en la cocina, preparando el desayuno para su familia mientras el aroma del café recién hecho llenaba la estancia. A pesar del trajín de la mañana, su mente no podía dejar de divagar hacia el encuentro con Nathan en el malecón la tarde anterior.

Su padre la desvió de sus pensamientos al darle un beso en la frente. Tenía un padre amoroso, no podía darle lujos, pero la hacía sentir la persona más feliz del mundo. Su madre había muerto hacía unos años en un accidente.

Con ellos vivía su prima, sus padres la habían enviado para intentar corregir su camino, ya que en la ciudad tenía malas compañías y era una chica rebelde. Tenía la misma edad que Emily, pero era completamente lo opuesto.

Después de desayunar, el padre de Emily se va al trabajo como cada mañana. Entonces aparece en la cocina Andrea, la prima de Emily.

Emily: Buenos días, ¿has dormido bien?

Andrea: No tan bien como tú, supongo. Siempre te ha gustado levantarte temprano para hacer todas estas tareas domésticas.

Emily: Bueno, papá necesita nuestra ayuda, ya lo sabes.

Andrea: Sí, claro. Siempre has sido la hija perfecta, ¿verdad? Siempre haciendo lo que se espera de ti.

Emily: No se trata de ser perfecta. Solo quiero ayudar donde puedo.

Andrea: Por supuesto, siempre intentando llenar el vacío que dejó tu madre.

Emily: ¿Por qué siempre tienes que sacar a mi madre a colación? [Se tensa un poco]

Andrea: Oh, no es nada, solo que es difícil ignorar cómo todos te miran como si fueras una versión más joven de ella.

Emily: No se trata de eso, sabes que no es justo para nadie compararme con mi madre. [Tratando de mantener la compostura]

Andrea: Tal vez no, pero no puedes negar que tienes una ventaja sobre todos los demás aquí. La gente del pueblo adoraba a tu madre.

Emily: No veo cómo mi relación con mi madre me da una ventaja sobre nadie. [Se siente incómoda]

Andrea: Ay, claro que no. ¿Por qué habría de importarle a alguien que seas la favorita? [Sonríe de manera burlona]

Emily: No soy la favorita, deja de decir tonterías. [Frustrada]

Andrea: Si tú lo dices. Aunque sería una lástima si alguien olvidara lo que realmente importa en esta familia. [Encogiéndose de hombros]

Emily: No tengo tiempo para esto. [Se siente herida, pero trata de ocultarlo]

Andrea: Como siempre, Emily, corriendo a cumplir con tus deberes. Algún día, aprenderás que la vida no se trata solo de hacer lo que se espera de ti. [Con una sonrisa maliciosa]

Emily sale de la habitación sin responder, sintiéndose herida y frustrada por la actitud de su prima.

Andrea era una chica de 16 años acomplejada. Siempre había sido una niña rellenita, con la piel bastante oscura a pesar de ser blanca, por lo que muchos niños se metían con ella, hacia un año había cambiado, su estilo cambió, dejándose el pelo largo y ondulado, su forma de vestir cambió, haciendo creer a los demás que en realidad su físico no le importaba. Pero cada vez que se miraba al espejo odiaba lo que veía y ahora con Emily cerca lo odiaba más y odiaba a Emily por ser como era.

Mientras tanto, en la mansión Baker, Nathan se hallaba en la elegante biblioteca, absorto en sus pensamientos. A pesar de la tranquilidad del entorno, su mente estaba llena de turbulencias mientras reflexionaba sobre el encuentro con Emily. Determinado a despejar su mente, decidió salir al jardín trasero en busca de algo de tranquilidad. Donde los rayos del sol acariciaban su rostro y el suave murmullo de la fuente creaba una atmósfera de serenidad. Nathan caminaba por los jardines de la mansión Baker, su mente sumida en un torbellino de pensamientos. El recuerdo del encuentro con Emily en el malecón seguía fresco en su mente, provocando una serie de preguntas sin respuesta sobre su futuro. ¿Debería seguir el camino seguro que sus padres han trazado para él, o debería arriesgarse y perseguir lo que realmente quiere? La mirada severa de su madre, Abigail, cuando lo encontró en el jardín, solo aumentó su sensación de duda y confusión. ¿Estaría haciendo lo correcto al desviarse del curso que otros han planeado para él? Estas preguntas lo atormentaban mientras caminaba entre las flores y arbustos, buscando respuestas que parecían esquivar su alcance.

Abigail: Nathan, ¿Qué haces aquí fuera en tus horas de estudio?

Nathan: madre, solo quería despejarme un poco.

Abigail: eso lo puedes hacer en tus horas libres. Recuerda que te estas preparando para llevar una empresa que lleva tres generaciones en la familia. No puedes holgazanear como hace la gente de este pueblo.

Nathan simplementeasintió con la cabeza y fue hacia la biblioteca. Nathan se detuvo junto a unaexuberante maceta de rosas, su mente luchando con preguntas más profundas sobresu identidad y propósito. ¿Quién era realmente fuera del mundo cuidadosamenteconstruido por su familia? ¿Estaba viviendo su vida auténticamente, osimplemente seguía el guion que otros habían escrito para él? La presión decumplir con las expectativas de su apellido pesaba sobre sus hombros, en esemomento, se permitió cuestionar si realmente estaba siendo fiel a símismo.  

Más Allá de las Barreras del CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora