Reflexiones Familiares y Anhelos del Pasado

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Nathan se encontraba sentado en la mesa del comedor en la mansión Baker, incapaz de apartar de su mente la imagen del hombre que había visto con Emily la noche anterior. Sus pensamientos seguían siendo invadidos por la imagen de aquel hombre desconocido.

Cada vez que cerraba los ojos, Nathan veía la expresión de complicidad en los rostros de Emily y el hombre, como si compartieran un secreto del que él no formaba parte. Aquella sensación de exclusión y traición lo consumía por dentro, alimentando su creciente obsesión por descubrir quién era ese hombre y qué relación tenía con Emily.

Sus emociones fluctuaban entre la ira, la confusión y una profunda sensación de pérdida. Había pasado tanto tiempo tratando de olvidar a Emily y seguir adelante con su vida, pero ahora se encontraba atrapado en un torbellino de emociones que no podía controlar. ¿Por qué le importaba tanto lo que Emily hiciera o con quién estuviera? Se preguntaba a sí mismo una y otra vez.

La voz de Andrea lo saco de sus pensamientos.

Andrea: Amor ¿no vas a desayunar?

Nathan se sobresaltó al escuchar la voz de Andrea, que lo sacó bruscamente de sus pensamientos tumultuosos sobre Emily. Sacudió la cabeza ligeramente, tratando de despejar su mente de la confusión que lo envolvía.

Nathan: No tengo hambre, gracias. [respondió, su tono de voz revelando su distracción].

Andrea frunció el ceño, notando la distracción de Nathan.

Andrea: ¿Estás bien? Pareces preocupado por algo.

Nathan: Estoy bien, solo tengo mucho en qué pensar. -respondió evasivamente.

Andrea lo miró con una expresión escéptica, pero decidió no presionarlo más por el momento.

Andrea: Bueno, si necesitas hablar, estoy aquí para ti. No olvides que siempre puedes contar con tu mujer siempre.

Nathan asintió con un gesto de agradecimiento, aunque en su interior seguía atormentado por las preguntas sin respuesta sobre Emily y el misterioso hombre que lo había perturbado tanto.

Alejandro el hijo de Nathan y Andrea apareció en el comedor. Alejandro, es un niño de 13 años con una personalidad definida y una curiosidad innata. Aunque no está completamente al tanto de la compleja historia entre sus padres, puede percibir la tensión en el ambiente cuando están juntos.

Detrás de Alejandro entraban Abigail, su abuela, y Eleanor, su bisabuela. Ambas mujeres tenían una mirada autoritaria y decidida, características que reflejaban su posición en la familia Baker. Abigail, con su elegancia serena pero imponente, y Eleanor, con su porte majestuoso y su rostro lleno de experiencia, caminaban con determinación hacia la mesa del desayuno.

Abigail: ¡Alejandro! ¿No te he dicho ya que debes estudiar para ese examen? Es importante que saques una buena nota.

Eleanor: Sí, la historia es fundamental para comprender el mundo que nos rodea. No subestimes su importancia.

Alejandro bajó la mirada, sintiéndose culpable por haber preocupado a su abuela y su bisabuela. Sabía que debía esforzarse más en sus estudios.

Alejandro: Lo siento, abuela. Prometo estudiar más esta noche.

Abigail: Espero que así sea. No podemos permitirnos que descuides tus responsabilidades académicas, especialmente ahora que estás en la escuela secundaria.

Eleanor: Exactamente. Necesitas esforzarte al máximo para alcanzar tu potencial. No te conformes con la mediocridad.

Alejandro asintió, comprendiendo la importancia de su educación y decidido a demostrarles que podía superar cualquier desafío que se le presentara. Aunque a veces se sentía abrumado por las expectativas de su familia.

Más Allá de las Barreras del CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora