Capítulo 25

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Pov: Dylan Tyler

Estoy en un bosque que jamás he visto, recuerdos de Aila vienen a mi mente y comienzo a culparme.

-Esto es mi culpa- Digo entre llantos- Si yo no fuera popular, si no hubiera sido tan egoísta...

-Dylan- Dice la voz de Aila- Dylan, no llores- Habla tan dulcemente.

-Aila, ¿Qué haces aquí? Creí que no te volvería a ver.

-Dylan, por favor no llores más, ¿acaso es por mi culpa?

-No, solo te extrañé mucho- Digo ya dejando de llorar y abrasándola.

- Tranquilo, tuve que irme, porque así lo querías tú.

-No, yo nunca quise que te fueras.

-Pero tú querías más a tu popularidad que a mí, tienes tanto miedo de quedarte solo.

-Eso no es cierto...

-Claro que lo es.

En eso Aila se va y todo se vuelve oscuro en ese bosque.

-Aila, no te vayas, no me dejes solo, no me dejes, Aila, vuelve...

Abro los ojos y veo el techo de mi habitación.

-Un sueño... solo fue un sueño...- Me digo a mí mismo.

Mi respiración está muy agitada y tengo algunas gotas de sudor en la cara, se sintió tan real, pero solo fue un sueño.

Este solo era otro día normal, un día normal en mi rutina de vida aburrida, hoy no me juntaría con nadie, pero no quería ir a correr porque terminaría recordando a Aila, así que solo me quede en mi cama intentando tener la mente en blanco.

-Necesitas ayuda para estudiar- Me preguntaba Aila.

Abro los ojos, me es imposible no pensar en ella, así que decido buscar una distracción.

-Hola, mamá- Saludo a mi madre- ¿Necesitas que te ayude en algo?

- Hola hijo, la verdad es que no.

-¿Segura? ¿No quieres que lave los platos, limpiar la casa o algo más?

-Nop, justo hoy no lo necesito, al parecer estás aburrido, te recomiendo que pasees por la ciudad, probablemente entraras en la universidad y no tendrás tiempo de ver la ciudad.

-Es una buena idea.

Voy a buscar mis llaves y mi celular, para salir a dar un paseo, voy por el parque cerca del hospital, en el cual vi a Aila con todos esos moretones por los golpes de su madre.

Solo espero que con quien este ahora no viva la vida que vivió con su madre.

Sigo caminando y paso por el trabajo de Aila, solo había venido una vez que ella me había invitado.

-Buenos días, ¿tiene reserva?- Me pregunta un chico joven, como de mi edad.

-Buenos días, no, solo pase por aquí y recuerde que una amiga trabajaba aquí.

-Justamente yo soy el jefe, me presento, mi nombre es Daniel, ¿Cuál era el nombre de su amiga?

- Ella era... Aila, Aila Garza

-La querida Aila, una de nuestras mejores trabajadoras, por favor, tome asiento, le traeré un refresco, cortesía de la casa.

-Gracias.

Cuando Daniel volvió me dio un baso con bebida, el cual no bebí, ya que ahora no tenía tanta confianza con la bebida ya servida, me presente y empezamos a hablar sobre Aila.

La solitaria y el sociable (novela cristiana)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora