Lifts

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Vasilisa's POV

—Y...¡Ahora!—.

Me impulsé con ayuda de sus manos, pasando por encima de su cabeza y quedando sentada en sus hombros mientras sus manos me sujetaban de las pantorrillas.

Estábamos en la sala de ensayo, para practicar los lifts más sencillos y básicos que no requieres tanta fuerza, como siempre, primero en tierra y después en hielo.

—Otra vez—.

Lo intentamos de nuevo, pero esta vez suelto un grito al sentirme caer.

Pero como ya se le estaba haciendo costumbre, Maxim me atrapó antes de golpear el suelo.

Doy gracias al cielo por eso.

Pero me sigue sorprendiendo su fuerza.

O yo era muy pequeña para él o él era muy alto para mí.

Pero me levantaba y movía como si fuera una pluma, ni siquiera podías ver un gesto de sobre esfuerzo en su rostro.

—Bien, creo que al menos en los básicos no hay tanto problema, descansen, 30 minutos y los quiero en la pista— asentimos y ella salió de la sala, tenía que entrenar con los Juniors un momento.

Me dejé caer al suelo exhausta, ya eran las 11:45 y apenas era nuestro primer descanso, si yo estoy así, no me imagino Maxim que tenía que cargarme en peso todo este tiempo.

—¿Estás bien?— ríe y se tumba a mi lado.
—Sí, solo, necesitaba conectarme a tierra; lo siento, debes estar más cansado que yo— vuelve a reír.
—Vasilisa, no pesas casi nada, eres pequeña, está bien, y tu núcleo de equilibrio realmente me sorprende, eres la compañera más ligera que he tenido en toda mi carrera— me mira.
—Si yo soy pequeña tú eres un poste de luz— me reí tratando de ocultar mi sonrojo.
—Pero voy a ser tu poste de luz por el tiempo que tú quieras— nuevamente, sus pupilas se dilataron levemente. —¿Quieres ir por un café o algo? Yo invito — asentí y me ayudó a levantarme del suelo.

 —¿Quieres ir por un café o algo? Yo invito — asentí y me ayudó a levantarme del suelo

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—¡No es posible!— me retuerzo en el suelo debido a la risa. —¿Nunca te mojaste bajo la lluvia de niño?— me limpio las lágrimas.
—¡Lo sé, suena raro!— se ríe junto conmigo —Pero en mi defensa, diré que de niño pensaba que si salía mientras llovía me iba a diluir en el agua y nunca más volver a casa— sus mejillas se colorearon.

Nuestras carcajadas sonaban en toda la sala de baile.

Después de ir por los cafés, el suyo negro con dos de azúcar y el mío con leche de vainilla, sugirió ir a un lugar más privado, y terminamos sentados en el suelo de la sala de baile menos concurrida de la arena.

Mi lugar favorito después de la pista.

Solo que Maxim no lo sabía.

Aún.

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