¿Qué pasa cuando una mano ajena te ayuda a salir del pozo en el que alguien más te empujó?
Fanfic inspirado en la pareja de baile sobre hielo de Vasilisa K. y Maxim N.
Nada de lo escrito aquí tiene que ver con la realidad, a menos que existan prueba...
—Va otra vez, listos con el primer levantamiento— Gorshkov nos anima mientras nosotros retomamos el paso para hacer un levantamiento sencillo.
Maxim me toma de la axila y del tobillo izquierdo mientras me eleva y yo hago una U invertida con mi pierna libre y me regresa al hielo.
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Iba a ser un programa sencillo.
Eso quedaba claro desde el principio, ya que Gorshkov quiere que igualemos lo mayor posible en técnica y sincronización antes que cualquier otra cosa. La mayor parte del programa eran deslizamientos, levantamientos meramente sencillos y mucho juego de manos, ilusiones ópticas por decirlo así.
Ludmila nos grababa junto a Ekaterina para enviarle evidencia del proceso a Krylova ya que según acordaron, trabajaríamos mayormente en Odinstovo para el trabajo técnico y demás, mientras Krylova nos citaría ciertos días para dar apoyo en la coreografía, encargándose más de la parte artística y estética de los programas.
Y nosotros, bueno, como pollitos detrás de la gallina.
—Bien, me agrada, descansen un rato, nos vemos aquí en dos horas— Ludmila nos sonríe con aprobación y salimos de la pista.
Me pongo las guardas después de quitar el exceso de escarcha con una pequeña toalla de las cuchillas y lo miro.
—¿Me acompañas a vestidores? Tengo que ir por algo— me hice la inocente. —Claro, y de ahí vamos a la cafetería, muero por un café recién hecho— suspira cansado y me sigue.
Llegamos al vestidor donde estaban nuestras cosas y me acerco a mi locker, mientras él se sienta en la banca de la esquina a tomar aire. Empiezo a buscar entre mis cosas lo que había traído especialmente para hoy...
Un pequeño peluche de un gatito gris,Max me había mostrado una foto de su gato Nestor y cuando supe que su cumpleaños estaba cerca decidí regalarle algo, aunque fuera algo sencillo, aún no conocía muy bien sus gustos como para regalarle algo más "íntimo".
Aprovechando que había una fila de lockers escondiendolo de mí, me acerco a él con las manos en la espalda muy "disimuladamente" según yo.
—¿Qué traes ahí?— se levanta. —Feliz cumpleaños— le extiendo el peluche con ambas manos.