¿Qué pasa cuando una mano ajena te ayuda a salir del pozo en el que alguien más te empujó?
Fanfic inspirado en la pareja de baile sobre hielo de Vasilisa K. y Maxim N.
Nada de lo escrito aquí tiene que ver con la realidad, a menos que existan prueba...
Hoy tendríamos nuestra primera presentación en público…
Aunque sea en un show y no una competencia, los nervios me comen viva.
¿Qué opinarán los fans?
¿Les gustará?
¿Lo odiarán?
¿Qué?
—Tierra llamando a Vasya…— su voz en mi oído por fin se cuela a mi cerebro trayendome de vuelta. —¿Hmm?— parpadeo y giro a mirarlo. —Te perdiste un rato, ¿que sí no quieres un snack o algo para comer en lo que llegamos al hotel?— sonríe.
Íbamos todos los participantes en varias minivans de camino a Yaroslavl, más específicamente al hotel para dejar las cosas, descansar un poco y después irnos a ensayar en la arena del evento.
Las parejas iban juntas y los solitarios, bueno, ellos se juntaban por su cuenta con quie quisieran.
Por lo que Max y yo íbamos juntos, yo del lado de la ventana y él del pasillo para cuidarme según él.
Un lindo gesto a decir verdad.
No quería desarrollar sentimientos más profundos por él, pero Max no me la puso fácil en absoluto.
Desde aquella vez que casi me besa en mi cumpleaños, todo se ha tornado algo…tenso.
Y no tensión de la incómoda…
Pasamos todos los días juntos en los entrenamientos, conociendo y recorriendo el cuerpo del otro por sobre la ropa, compartiendo comidas juntos, charlas, risas, ¡Dios, ya habíamos dormido juntos en su cumpleaños!
Ha pasado de todo y de nada a la vez.
Sus abrazos se sienten como estar en casa, hay veces que me abraza por la espalda y recarga su cabeza en mi hombro, y así se queda por un rato simplemente mirando nuestro alrededor, ya sea en los jardines de la arena o en el balcón de mi departamento, o hasta en la cocina de su casa mientras le ayudo a cocinar.
A veces yo me animo y dejo un casto beso en su mejilla a modo de despedida después del entrenamiento, o después de nuestra salida mensual cada día 12.
Nuestras manos se buscan por si solas, estemos entrenando o no, como si de imanes se trataran.
Como ahora.
Su mano se entrelaza con la mía entre los asientos y se acomoda para dormir un rato, aún quedaban 2 horas de camino.
Ah, también eso.
Cada que podía él tomaba mi mano a manera de juguete para dormir, jugando con mis dedos o nudillos con su pulgar mientras se quedaba dormido a mi lado.
Me recargo en su hombro quedando nuestros cuerpos cuales piezas de rompecabezas que encajan perfectamente y cierro los ojos para igual dormir, nos habíamos levantado muy temprano para tomar carretera.
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