Consintiendo

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Maxim's POV

Es preciosa.

Lo supe desde el primer momento en que la vi entrar en esa sala de entrenamiento hace tres años.

Aunque creí que era egocéntrica y muy presumida, me calló la boca de la mejor manera.

Es un ángel.

Es mi ángel.

Ahora es mía.

Y me atrevo a decir que siempre lo ha sido.

Aún y cuando todavía no nos conocíamos formalmente.

Siento que nos conocemos de vidas pasadas, pues ni con Arina, no con Liza he tenido este tipo de conexión, ahora, no quiero decir que hubieran sido malas compañeras o malas personas, no, claro que no, pero Vasilisa es... es perfecta.

Todo es más fácil con ella de mi mano.

Con ella en mis brazos.

Todo tiene más sentido, más color.

Todo es mejor.

Sus ojos son el océano donde con gusto y voluntad me dejo llevar y hundirme hasta el fondo.

Su risa demoníaca hace que mi hipotálamo trabaje 24/7.

Tomar su mano en la pista es como volver a respirar después de estar al borde de ahogarme.

Angelopol se arrepentirá de haberla lastimado y hacer que llorara, por hacerla sentir que no valía como patinadora cuando ella siempre ha sido la del talento, la del carisma.

Se arrepentirá, de eso me encargo yo.

Bueno, los fans y yo.

Que también ellos lo hacen puré de vez en cuando.

Salgo de la ducha secándome el cabello con la toalla, tratando de no hacer ruido y la miro.

Parece una motita de algodón hecha bolita en un costado de mi gran colchón.

Dios... como me encantaría saber pintar, para pintarla en un lienzo y colgarlo en la pared de la chimenea...

Es preciosa.

Divina.

Y es mía.

Aún me cuesta creerlo a veces.

Después de esperar tres años por ella, al fin la tengo a mi lado.

Me meto bajo las sábanas con el mayor cuidado posible para evitar despertarla y me acuesto a su lado, mirándola dormir.
Tiene un mechón sobre la frente que con sumo cuidado coloco detrás de su oreja, a lo que ella solo se retuerce entre sueños y un suspiro sale por su boca.

Cierro los ojos para intentar dormir también; con el aroma de su shampoo colándose en mis fosas nasales.

Cierro los ojos para intentar dormir también; con el aroma de su shampoo colándose en mis fosas nasales

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