Forbidden | Prólogo

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Estaba jodida.
Los besos de aquel chico bajaron a mi cuello y mis empujones no podían alejarlo ni un poco, eso me asustaba, un simple festival terminaría en mi violación.

—¡Qué me sueltes! Exclamé, el estaba locamente borracho

—Si dejas de resistirte se sentirá bien. Dijo, esa frase resonó en mi cabeza.

De igual manera no perdería nada en intentar hacer algo.

Dejé de empujarlo y el volteo a verme con una sonrisa asquerosamente repugnante, lo vi de la manera más provocativa que pude y el atacó mi cuello con los dientes, jadeé para disfrazar un grito.

Mis manos que estaban contra la pared áspera y fría por su causa me hicieron querer cortarme las venas, simplemente no podía creer que estaba haciendo esto.

—¡Duele! Exclamé irritada, agarró mi mentón con su mano, todas las fuerzas que tenía en ella y me acercó a su boca, estaba segura que lloraría si lo besaba, mi mano libre fue a parar detrás de mi espalda—No me importa si te duele o no, estás para darme placer. Dijo—Maldito idiota. Dije como respuesta, el río bajo y me soltó, de un movimiento rápido buscó la hebilla de su cinto para deshacerse de él, sentí miedo. ¿Samantha Rivera enserio tenía miedo?

Cuando empezó a batallar para bajar sus pantalones usó su otra mano, pisé su pie haciéndolo tropezar y empecé a correr con todas mis fuerzas, definitivamente no sería hoy.

Choqué con una figura alta probablemente masculina al instante que crucé una puerta que probablemente no debía, el chico estaba de espaldas con una guitarra eléctrica roja, hermosa. En las manos y una sonrisa en los labios, me sobre salté cuando el se dio la vuelta y me fulminó con la mirada de una manera no muy agradable, después escuché la puerta detrás de mi abrirse—¡Por favor déjame quedarme aquí! El asintió sin decir nada y liberó una de sus manos que sostenía el bajo para rodearme con esta, me tiró hacia el y con una sonrisa me llevó a un jodido escenario frente a unas cien personas a lo mínimo y probablemente un 5% me conocía como para decir que estaba en problemas, sonreí nerviosa—Mi novia nos está acompañando hoy. Dijo contra un micrófono con una voz ronca y agitada, me sonroje levemente y puse una de mis manos sobre mi cara como escudo, escuché un par de gritos de fondo que de alguna manera me hicieron sentir segura.

El se acercó a mi oído y musitó—¿Puedo besarte? Preguntó algo nervioso, asentí insegura, me acercó a él con su brazo y presionó sus labios gruesos contra los míos, carajo. Todo estaba pasando muy rápido y mis manos de pronto estaban en su cuello, después atrayéndolo hacia mi jalando su chaqueta de la parte superior y su mano faltante que agarraba el bajo se unió con la otra en mi cintura.

Un par de gritos y podría jurar que escuché mi nombre en estos mismos pero algo más animados, jadeé contra sus labios y alcé mi vista a él, me veía de la misma manera que yo, jodidamente ardiente.

El se dio la media vuelta y expuso mi rostro con una de sus manos a las personas, reí nerviosa mientras intentaba cubrirme, estaba en la ropa más cómoda que había en mi clóset, probablemente si parecía una novia estresada después de un viaje largo, estaba vestida de esa manera porque fui a acompañar a un par de amigos a aquel festival, me separé de estos un par de segundos para ir por alcohol y todo sucedió rápido, un idiota quiso pasarse conmigo y terminé sobre un escenario en donde un poco más de artistas se presentarían, siendo sincera no los conocía para nada pero el bajista sin duda era lindo y besaba bien.

Aunque su boca sabía a una cantidad exagerada de marihuana y otro par de sustancias aquel beso fue agradable, me fui haciendo atrás de apoco mientes desaparecía por las cortinas que cubrían el equipo técnico de el concierto, no podía dejar de ver como sus manos se movían al tocar aquella guitarra, moriría por meter esos dedos a mi boca y chuparlos como una fan loca.

No negaría que chuparía un par de cosas más.

Cuando el show de esa banda terminó por alguna extraña razón me quedé, esperando al pelinegro de cabellos desordenados y delineado abajo de los ojos, el salió y cuando me vio parada en una esquina sonrió—Besas bien, «rubia». Reí nerviosa—Solo quería pedirte perdón por eso, ya sabes. Arruinar tu imagen y... Eso. Dije, el río—espera aquí. Ordenó, sentí la necesidad de hacer caso por su voz perfectamente ronca, entonces me quedé quieta en donde ya estaba, el desapareció entre unas cortinas y tardo un par de minutos en volver, cuando regresó su guitarra ya no estaba entre sus manos y ahora tenía la esclerótica del ojo un poco roja, mierda.

—Bueno, para empezar no hay porque preocuparse. Dijo, asentí mientras asimilaba la diferencia de altura exagerada, el era un poco delgado y bastante alto, sus cabellos negros desordenados, todo en el era atractivo, sentía que estaba drogada.

El me veía locamente a los ojos haciéndome sentir nerviosa, por lo tanto jadeé bajo, el sonrió al notar que mis manos temblaban y agarró una de ellas, acaricio esta con sus manos delgadas y dedos excitantemente largos—No te pongas nerviosa, no te haré nada. Solo quiero saber como llegaste hasta aquí—me relaje un poco y tragué en seco—Eh... Bueno es una larga historia, vine con mis amigos pero yo no tenía idea de quién era tu banda y por eso fui por algo para tomar, un chico se acercó a mi y pues intento hacer algo que prefiero no mencionar, corrí de él y ahora estoy aquí. El asintió comprensivo y sonrió relajado—Bueno, me presento. Soy Félix y mi banda es italiana, probablemente por eso no me conoces. Lindos hoyuelos decoraron sus mejillas—Y bueno, te encontré aquí, te me hiciste linda y te bese, claramente no tenía porque hacerlo. Dijo con sinceridad en la voz, jadeé nuevamente, el se acercó un poco más a mi quedando a un par de centímetros de mi rostro, con una de sus manos agarró mi cintura abarcándola casi por completo y me estrujó hacia el.

—Y podría hacerlo otra vez. Agregó

—Félix deja a la chica, se ve mucho menor que tú, nos va a demandar. Habló un joven delgado de tez blanca, corte extravagante y tatuajes por todo el cuerpo.

—¿Cuántos años tienes corazón? Preguntó separándose de mí y buscando cigarrillos en su bolsillo.

—Veinte... Respondí, el se ahogó con su saliva el cigarro entre sus labios cayó al suelo—¡Te ves mayor!—Me lo dicen muy seguido. El río—Eres divertida, «rubia».

—Eh... Sí, creo que tengo que irme, mis amigos me esperan, ya saben.... Respondí nerviosa—Tranquila, puedo pedir que los traigan. Dijo encendiendo el cigarrillo.


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El sigue viéndome de la misma manera, ¿Será por qué esta drogado? Me pregunté para mi misma mientras sacudía mi pierna la cual estaba cruzada sobre la contraria, el se sentó en el lugar que estaba cerca de mi y se me quedó viendo por un par de segundos más hasta que empezó a hablar con mis amigos que estaban al rededor.

¿Por que le parecía atractiva? Tenía un pantalón de chándal gris y un top blanco ajustado que hacía notar mis pechos no tan voluminosos y mi abdomen plano así como mi cintura reducida. Yo era una persona delgada pero no para que pensaras cosas malas de mí.

Lo único que me gustaba de mi cuerpo era mi cintura y mi trasero, de alguna manera me parecía atractivo en leggings.

Pero no estaba aquí para hablar de mi egocentrismo.

—¿Cómo te llamas perdón? Preguntó aquel pelinegro con su mirada clavada en el pequeño escote de mi top—Samantha—mi nombre era típico de alguna zorra callejera, supuse que lo diría pero en cambio sonrió plenamente—Tu nombre es lindo, Samantha. Habló, sonreí por educación y agaché mi cabeza nuevamente, el olor a cigarro me mareaba.

El era lindo, creo que podría mantener una conversación con el si no fuera porque me veía como si quisiera devorarme, probablemente tendría que pagar por la conversación que aquellos tenían con el italiano de acento sexy.

𝐅𝐨𝐫𝐛𝐢𝐝𝐝𝐞𝐧 || Riverduccion Donde viven las historias. Descúbrelo ahora