2/03/2004

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Cuando desperté, solo pude ver que estaba atado a una cama (al menos tenía ropa puesta, nueva). El dolor de la herida poco a poco se desvanecía, pero sentía esa zona pesada, como si alguien hubiera untado barro en esa zona, solo que caliente, muy caliente. Tenía la boca tapada y rezaba para salir con vida. En simples palabras había sido secuestrado por mi mejor amigo, de diecisiete años, y yo, otro menor de su misma edad, estaba atado, sin poder hablar y probablemente a pocos días (u horas) de mi muerte. Pero, ¿cómo llegué a esto? Frank..., él nunca demostró ser así de violento, puede que se haya debido al efecto de las drogas, si es que en ese momento había consumido algo, pero de todas formas, el efecto no podría hacerlo planear todo aquello.

Cerré los ojos al escuchar pasos acercándose a mí, siempre he sido pésimo para fingir, aunque esta situación era distinta, era cuestión de vida o muerte. Era Frank, su voz desafinada cantando "pensar que ayer estaba alegre, brillante y alegre", fragmento de la canción de Gilbert O'Sullivan: Solo de Nuevo. Él tenía pensamientos un poco oscuros sobre sí mismo, solo lograba regañarse, y aunque una vez lo encontré a punto de hacerse daño, en realidad nunca descubrí esa faceta suya, hasta hoy. Era un muchacho triste, traumatizado por las vivencias de su infancia, por haber crecido con un padre alcoholico, era probable que abusabe de él.

Y no me decía nada, pero era evidente la forma en la que lo veía cuando pasaba a su lado, intentando no demostrarlo pero fracasando a toda costa. Su mirada gacha y lo imposible que se le hacía verlo a los ojos cuando él pasaba, el tono de su voz cambiaba y sonaba tembloroso, entrecortado, como si le faltara el aire. Una pena, porque ni siquiera a mí tuvo la valentía de decir aquello, odiaba que lo toquen, ni siquiera abrazos o apretones de mano, nada. Y puede que haya sido el motivo por el que siempre estuvo en contra de la bebida, algo muy responsable a su edad, ya que (sé que generalizo), los jóvenes de nuestra edad descubren el mundo adulto y quieren saltarse toda la etapa adolescente, como si no hubiera un mañana.

Frank no era así. A él nunca le gustó la idea de salir hasta tarde y beber, o fumar. Pero al parecer aquel deseo lo había vencido y se estaba convirtiendo en lo que usualmente oprimía.

―¿Ya despertamos, Gerard? ―escuché su tono, algo melódico, era probable que haya consumido más y esté en pleno viaje―. Venga, sé que despertaste.

Y es cierto, él sabe mucho sobre mí, incluso cosas que yo no sabía, me hizo darme cuenta de los problemas que tenía con mi madre al ella nunca estar presente, me hizo saber que debía velar por mi propio bienestar si nadie más estaba dispuesto a apoyarme, pero también fue el que dijo que nunca me dejaría. Y esas palabras fueron tomadas a pecho.

―¿Dónde estamos? ―fue lo primero que articulé desde el ataque a Lindsey. Al fin tenía la boca destapada.

―Lejos ―contestó―. Lejos de cualquier amenaza que pueda herirnos.

No tardé mucho en descubrir que se trataba del antiguo rancho de su abuelo, el sitio perfecto para cometer crímenes por la estatégica ubicación del lugar. Aislado, lejos de ciudades y carreteras, ¿cuánto tiempo me dormí? Desde la escuela, habrá tardado al rededor de cinco horas o más. Era por puro azar que seguía con vida. Quería seguir pensando que todo era un sueño, y para cuando mi cabeza volvía a nublarse con pensamientos, Frank comenzó a desatarme. Mi primera reacción al ser liberado fue llevar mis manos hacia le herida, ya no me importaba si me veía en ropa interior, no tenía idea de lo que me pudo haber hecho durante el tiempo que estuve inconsciente.

Al menos el único dolor era en la pierna, hasta entonces.

Al levantar la ropa y notar la herida, ésta no cicatrizó bien. Para nada bien, porque la zona estaba oscurecida, dura, como si hubiera una capa de pegamento o cemento. Como piedra. Alcé la mirada, sin pronunciar una palabra, buscando a Frank y al encontrarme con sus ojos, él sonrió.

―Tenía que ser algo improvisado, si no hubieras asistido a la escuela, podrías haberte librado de esto.

―¡Estás completamente loco! ―grité, sin controlarme.

Frank rió, yo no tuve idea del porqué de mi acción, el plan era estar en completo silencio, para no alterar a la bestia. Esta parte que no conocía y desearía nunca haber conocido; macabra, cínica, me enfermaba pensar en eso, en que en algún momento fuimos amigos tan cercanos, ¿podría seguir considerándolo un amigo?

―¡Te interpones en mis planes! Aunque, así lo haces aún mejor, mi plan inicial era acabar con Lindsey, pero tú pareces una mejor opción.

Respiración entrecortada, mis ojos girando a todos lados pero sin centrarse en un único lugar, solo escuchaba lo que decía Frank y no sabía cómo para ese entonces no me había desmayado del susto. ¿Qué de malo había hecho Linds? Ella era una chica con la que en los últimos días no nos habíamos hablado, en algún momento llegamos a ser tan cercanos como lo era con él, incluso una vez salimos juntos por mi cumpleaños. No estoy bien, nada de esto está bien, para nada bien.

―Frank..., no...

―¿Frank?, no trates de mencionarlo, el imbécil y torpe chico asustadizo, del que todos se burlaban, del que huía de sus problema sy no los enfrentaba. Él no está aquí, ni debería estarlo.

Callé entonces, con la miraba abajo. Tampoco tenía grandes aspiraciones en la vida, no tenía planes a futuro para cuando termine la escuela, pero tampoco pensaba morir de una forma tan horrorosa. Lo miré una vez más, ya dejando el miedo de lado, o al menos minimizándolo, ahora lo miraba con pena. Al parecer sus emociones le jugaron en contra, lo que lo tomó a cometer tremendas cosas. Y lo noté porque el día anterior fue e único en el que nos reunimos a pasar el tiempo, antes de eso, habían pasado semanas desde que no nos veíamos fuera de la escuela.

Ese no era mi amigo, ese era un monstruo, peor que cualquier otra historia de terror, porque lo había visto convertirse en la bestia que era hoy, porque después de tanto negar y reprimirse los pensamientos, estos salieron a la luz. Pensamientos crudos, que pasan sin filtro por su cerebro y se hacen realidad a medida que él tomaba el control.

Frank, ¿dónde estás?

My traumatic romance | FRERARDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora