10/03/2004

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(Mikey)

―¡Mamá, Gerard no está!

Era ya más de un día. Mi hermano llevaba desaparecido y mi madre no hacía más que ignorarme todo el tiempo. Según ella, estaba malgastando su tiempo con Frank. El tipo rarito con el que suele juntarse. No entraré en detalles porque tampoco es que sepa mucho de él, solo que es igual o más asocial (o debería decir, antisocial) que mi hermano. Gerard no había vuelto de la escuela, cosa que de por sí es extraña, ya que él no sale de casa sin avisar. Y claro que estoy siempre para preguntarle, mamá debe saber en dónde está en todo momento. Ella estaba tan concentrada hablando con la mamá de Melanie que olvidó servir el almuerzo, y ya son las cinco de la tarde.

En fin, lo importante aquí no es si hace hambre o no. Aunque sí, tengo mucha hambre, quiero comer algo dulce, ya me cansé de las verduras y la carne hervida de todos los días. Pero supongo que es necesario para mantenerme saludable, una competenecia se acerca y de ninguna manera dejaré que me tumben. Una vez eres primer lugar, el resto de veces no puedes fallar. Esas eran sus órdenes, para seguir ganando medallas y méritos.

―¡Mamá, hazme caso!

―¡Ahora no, Michael!

Y así estaba todo el tiempo, los mensajes que le escribí a Gerard no le llegaban aún, y eso me preocupaba más. Traté de volver a insistir, pero al final era más de lo mismo.

―¡Te prometo ganar el primer lugar pero escúchame! ―grité, ya casi no tenía aire, pero valió la pena, porque al fin volteó a verme, clarom me llevé un regaño de gratis.

―James Way..., ¿estás loco?

Y sin querer, se me escapó una risa. No porque sea divertido, era irónico lo que decía.

―¡¿Loco?! ¡Trato de decirte que mi hermano está perdido hace más de un día...!

Y la expresión de mi mamá fue espléndida. Parecía uno de esos dibujos bizarros de mi hermano, me causó gracia por un momento, pero luego recordé el motivo. Le conté que no había aparecido, que tenía el celular apagado y que no lo veía desde que fue a la escuela. Ese día fui con mi madre a practicar, por lo que falté a clases. Y claro, mamá nunca aceptaba las llamadas de la escuela, ¡pero sí la de sus amigas! Eso me irrita un poco, pero no digo nada porque sus hijos son ricos y me compran cosas, así que me las tengo que aguantar.

De todas formas, ¿cómo no se va a preocupar? Bueno, es Gerard, tiene quince años y es un adolescente pero... muy solitario. Por lo que sé, él nunca había ido a la casa de Frank, o al menos, no había entrado. Por otro lado, pudo haber ido con Lindsay: la chica hiperactiva a la que le cae bien a todos. Pero tampoco era motivo, luego de haberme escapado de casa e ir hacia la de ella, pero no la encontré, me contaron que estaba internada en un hospital y quise preguntar el motivo, más no obtuve respuesta alguna. De haber recibido la noticia, se luciría peocupada, se notaba, a millas, lo obsesionada que está con él. Y para ser honesto, no sé qué le ve, pero no ese no es mi problema.

Fue entonces cuando mi madré notó las más de treinta llamadas que tenía de parte de dirección. La escuela había cerrado y había un tumulto formado en la entrada. Lo sé porque fuimos hacia allá, ninguno se atrevió a salir del coche, por más malogrado que esté y aún así huela feo y no haya espacio, era mucho más seguro. Padres, familias enteras y profesores de primaria y secundaria protestando. Exigiendo, la policía, patrullas. Era como la escena de una película. Solo que mi hermano estaba involucrado y de interesante, pasaba a preocuparme.

Lo sé, lo sé. Yo no me llevo bien con mi hermano y él tampoco conmigo. Gerard es demasiado extraño y si disfruto pasar tiempo con él es por las pocas cosas que compartimos en común, como los cómics, aunque tampoco soy un gran fan de estos, no a ese nivel. La música estridente que escucha, sus dibujos y el contenido que ve... Bueno, ya nada de eso tenía importancia. Mamá llamó al director y éste respondió casi al toque.

Y lo que nos informó fue lo que hizo que mi madre tuviera un paro cardíaco de al menos dos segundos, porque vi cómo perdía el conocimiento poniendo los ojos en blanco y dejando de respirar antes de volver al mundo real. No pude escuchar nada en el momento, nada claro, por lo que intenté adivinar, Gerard estaba perdido junto a alguien más, eran dos personas. "coche", "secuestro".

Mi hermano era un rehén.

Esto no podía ser cierto.

Pude ver las lágrimas de mi madre, yo no lloré, no podía. Me había acostumbrado a llorar en raras ocasiones, para pedir dinero o para que me compraran cosas. En situaciones tan irreales como estas, era tanto la tensión que no podía más que tambalear mis pies. Lo siguiente que vi fue a mi director y el maestro de Gerard acercarse al auto de mi madre, junto a dos oficiales de policía. Por ningún motivo salimos de auto. Las autoridades en esta área de Nueva Jersey es casi inexistente, la seguridad es un término filosófico más que real cuando se pasa por estos barrios. Eso explicaba por qué no se esforzaron por conseguir nuestra dirección, el atraso de la policía en llegar, el desorden que se formaba en las calles.

Había tanto por resolver.

Fuimos dirigidos hacia un módulo policial, en donde estábamos mi madre, un maestro, el director y yo, rodeados de agentes. No lo voy a negar, me daba escalofríos. El olor a humedad, ambiente frío y lleno de personas uniformadas. Tanta formalidad haría que enloquezca. Y mi madre no estaba ahí para calmarme, porque ella tampoco tenía quién la calmara.

Busqué entre mis cosas, había llevado mi celular, saqué mis audífonos y en un intento de escapar de mi existencia, de lo que estaba viviendo, llamé a la única persona en la que podía confiar. No, no era ningún niño rico que vive en las mejores zonas del país, no eran de los privilegiados que van a campeonatos y pasan todo el día entrenando. Era un chico común, que no tenía nada aparentemente interesante, incluso mi madre no lo recordaba cada que hablaba de él. Pero, si me preguntan, es al que le confío hasta mi más íntimo secreto.

Raymond.

Llamé. Estaba desesperado y necesitaba que alguien me consolara. No me di cuenta el momento en el que me dejó diez mensajes.

"Mikey, ¿estás bien?"

"Me enteré de lo de Gerard."

"Cualquier cosa, cuenta conmigo..."

Y esos eran los mensajes que más destacaba, el resto repetía las mismas cosas. Mientras el teléfono marcaba, estaba varado en medio de la nada, al lado de mi madre, gritando, agonizando.

Gerard..., por favor, aparece ya.

My traumatic romance | FRERARDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora