16/03/2004

12 2 2
                                    

(Gerard)

Qué ingenuidad.

Tenía frente a mí la clara descripción de una adolescente hormonal, con demasiado ánimo emoción (cosa que yo no tengo). Me atreví a describirla, pese a que no soy detallista, tenía un rostro muy lindo. Cabellos negros como los míos, solo que ella los tenía más largos, y impios. No como yo, llenos de mugre y aceitosos. Podía respirar el aroma de su champú a kilómetros, a veces llegaba a marear de lo fuerte que era. También destaqué ese estilo tan peculiar, justo como el mío, y ya empezaba a creer que era mi doble en versión femenina, por las chaquetas asemejando el cuero y la elección de los colores para cada prenda, nunca exageraba, ni con la ropa ni con el maquillaje. Tenía su punto, tal vez si me gustaran las chicas le daría una oportunidad.

El problema era que la tenía frente a mí, agarrando mi cintura y en una posición incómoda. Yo ya teía idea de qué es lo que iba a pasar, y sí, aunque no me guste Lindsey, no pude evitar sentir nerviosismo, ¿se entiende? Nunca había pasado por algo así, siempre he sido el callado en el salón, en todos sitios de hecho. Además no es que cuide mucho de mi apariencia, por eso también me decían de todo, mis compañeros son niños que no tienen compasión cuando se trata de eso. Pero no me molesto, solo río por lo infantil de sus acciones, porque es obvio lo que los motiva a hacer. Y tal vez, si fuera una persona más sociable o si estuviera dentro de un grupo de amigos, también haría ese tipo de comentarios. De la que me salvé, en serio no me importaría encajar si de eso se tratase. Y ahí van mis contradicciones de nuevo.

Lindsey juntó una de sus maos con la mía, yo era incapaz de mirarla a los ojos, o habler. ¿Qué debería hacer? No quería decepcionarla al decir que no estaba interesado en ella, que prefería a los hombres, a Frank, siendo más específico. Tampoco me atrevía a hablar porque los labios me temblaban y mis cuerdas vocales, las cuales son grandiosas cantando bajo la ducha, no querían producir un sonido. Sentí mis cabellos ser arrastrados por el viento, levanté la vista y me encontré con sus ojos. Ahí fue cuando me di cuenta de lo que estaba haciendo: estaba por desquebrajar un alma tan pura. Estaba casi seguro de que de todos los de la escuela, Lindsey sería la que menos problemas tenía. Por lo general, es así; o sino, es todo lo contrario.

A mí me gustaba pensar que tenía una familia agradable, ya que conocí a sus padres, que por razones del destino todavía seguían juntos (cosa demasiada extraña de ver aquí). Ella siempre se hablaba con todos, ha sido admirada por gran cantidad de chicos, pero... me eligió a mí.

―Gerard, ¿es cierto lo que estoy viviendo?

Y a ver, ¿qué puedo decir de mí? Si me pongo en su lugar..., ¿qué cosas puedo destacar? No lo sé, intenté hacer un lista de cosas que me describan, pero no pude reconocer qué cosas serían buenas, qué otras malas y cuáles son neutrales.

Soy de aries, me gusta la música, tengo el pelo negro y largo. Al estornudar no hago ruido, y casi nunca me enfermo. Tengo un hermano, nos llevamos bien pero no hablamos mucho, me asustan las agujas, me tienta la comida chatarra. No tengo adicciones, duermo con pijama solo si tengo mucho frío, no me dejo llevar por las modas. Me gustan los cómics, los videojuegos, no soy tan buen estudiante pero me esfuerzo..., tengo un auto maltrecho, ya despintado y con marcas de óxido. Me considero de talla media, ni muy alto ni muy bajo, soy desordenado pero limpio, no tengo amigos a excepción de Frank, no soy de creer de cosas paranormales. Tal vez tenga varios enemigos, mis compañeros. Quiero aprender a tocar la guitarra, no disfruto al máximo la vida aunque tampoco he caído tan bajo para abandonar el viaje. No tomo, no fumo, sin embargo, he pensado en hacerlo tantas veces. Soy sincero con la gente, pero me suelo mentir a diario.

Y la lista podría seguir, pero me di cuenta que había alguien esperando una respuesta.

Una chica tan dulce y sana, enamorada de un tío de pocas palabras, casi invisible, y gay.

―Es... Linds ...―tartamudeé, ¡qué difícil es rechazar en tu primera declaración!

―No malogres el momento ―me calló.

¿Qué? ¡¿Lo está malinterpretando?!

―Quería que este momento llegara, pasó demasiado tiempo ―hizo una pausa, y yo fui incapaz de detenerla―. Me encargué de ganarme tu confianza, tu amistad y...

―Lindsey ―llamé, algo serio―. Ya sé a qué viene esto ―aclaré mi garganta, ella respondió con un "¿en serio?", y asentí―. Pero primero necesito que me escuches...

Las últimas palabras las susurré, por alguna razón, y supongo que Lindsey le restó importancia.

―Sé que posiblemente me arrepienta, pero en serio quería hacértelo saber, supongo que te adelantaste ―continuó―. Y, por favor, no te vayas a molestar por esto.

Y estaba a punto de preguntar: ¿por qué?, pero cuando sentí sus labios sobre los míos supe a qué se refería.

Qué ingenuo fui.

Ese había sido mi primer beso, me lo robó una niña enamorada, con el corazón palpitante de un ser de luz. Claro que abrí los ojos en eso, hice lo que pude por separarme al instante, provocando una mirada asustadiza en Lindsay, podía sentir su desesperación en sus pupilas, buscándome signos que dijeran que estoy bien, con un gramo de esperanza para que dijera que de hecho, estaba cómodo con su acción. Era evidente, no le di una sola pista de lo que buscaba, y luego bajó la vista, con sus mejillas sonrojadas y ocultando sus ojos con el semifleco que se formó en su cabello.

Idiota fui al no consolarla, que había comenzado a llorar desconsolada, pidiendo disculpas una y otra vez, sollozando. Admito que fue algo improvisto, sabía que ella era demasiado activa, le gustaba tomar la iniciativa y proponía grandes planes, era algo que iba acompañado de su personalidad..., y aún así no me lo esperaba.

Tampoco esperaba ver a Frank en una esquina, porque claro, se me olvidó decir que aún nos encontrábamos en la escuela, escondidos en pleno receso. tiene sentido, el noventa y nueve porciento de mis tiempos libres los pasaba al lado de Frank. Mi conclusión fue instantánea: él me estaba buscando y al no encontrarme, comenzó a deambular por la escuela, hasta encontrarme. Y, Dios, ¿desde qué momento comenzó a ver? Eso no importaba tampoco, porque desde que Lindsey me llevó con ella, las cosas se salieron de control.

Y ahí estaba, escondido en un esquina, con un par de ojos que aseguraban cristalizarse en cualquier momento.

Nuestra relación era extraña sin duda.

―Lo siento ―volvió a hablar ella, yo ya no le hacía caso, solo quería aclarar este asunto con Frankie.

―Está bien, no te preocupes ―hablé, medio distraído―. ¿Me esperas aquí? Tengo algo que hacer ―dije, y sin la intención de hacerlo sonar tan cortante y frío como fue.

Estaba seguro que el llanto incrementó. De todas formas, no podía quedarme a consolarla, ¿o acaso eso era lo correcto?, ¿a quién elegiría? ¿Frank o Lindsey? Para ese entonces, ya estaba en busca del primero, que parecía haber desaparecido después del beso.

Qué ingenuidad.

My traumatic romance | FRERARDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora