(Frank)
Y así fue mi vuelta a casa, la manera en la que pude arruinar mi vida, si es que ya no lo estaba. Suspiros cansados, gemidos que emitían dolor de lo tanto que mis pies caminaron, con las plantas viejas y maltrechas de mis zapatos. Cerca de las cuatro de la tarde, logré llegar a mi barrio. Es mucho más incómodo cuando camino y no hay manera de distraerse de los pensamientos: no hay música, y no hay con quién hablar (y está claro que me refiero a Gerard). ¿Lo nombro mucho? Solo puedo pensar en él para hacerme sufrir más.
Pero no solo él, en realidad, todo en mi vida era una desgracia, no era justo, la vida no lo es, aunque pareciera. Hay veces en el que prefiero creer en el destino, otras en el karma, o cualquier otra cosa. Por ahora prefería no creer en nada, solo estaba seguro de algo. Qué vida más ingrata. Nada mejora, todo empeora, antes quienes robaban eran los ladrones, ahora son los policías..., se vendían helados en mi niñez, ahora es vino en cartón. Y fui deambulando entre el laberinto de mis pensamientos sin sentido, los menos importantes y en los que prefería centrarme, porque de lo contrario, me centraría en los malos recuerdos. Y ya estaba demasiado agotado para eso.
Sé que nada bueno es eterno, todo es tan inestable, tan desquebrajado. Las pocas cosas buenas que tenía se me fueron arrebatadas, y me hacía la idea de que en algún momento pasaría. Todo era cuestión de tiempo, el cual me seguía carcomiendo, cada día más cerca de la muerte. Es cómo él me usa a su manera, y no, no sirve para el olvido, no es la solución a ningún problema, tan solo la sensación de disminuir el rencor. Depende de fechas, también, a la hora de nombrar a alguien aterrador, del cual no queremos saber, pero en mi caso eran mis padre... no podía mantenerme lejos de ellos.
Dios, estoy sobrepensando todo, este no era mi plan.
Pero nunca es suficiente para mi cerebro, a él le gusta torturarme, hacerme pensar en todo con la ilusión de que se está defendiendo. Es un gran fallo en las personas, eso explica tanta ansiedad, tanta depresión. Pero no puedo pasarme culpando a todo, no siempre. Diría que extraño los años de antes, que tengo una sensación de nostalgia en la cual me sentía, por lo menos, algo querido. Y aunque fuese mucho mejor a lo que ahora es, la mía fue una infancia particular.
No había falta palabras para saber que era una carga para mis padres, que todo lo que hacían era por obligación y por el miedo a que algo les pasara. Si tuvieran la oportunidad y si no se centraran en la culpa, era probable que haya terminado en el basurero, acompañado de cacharros viejos y oxidados, o tirado como si nada en medio de la tierra..., o incluso abandonado en un callejón oscuro. Muchas veces temía que eso pasara cuando me llevaban a la calle, por suerte, nunca ocurrió.
Pero no tenía que ser un genio para saber que no me querían. Ellos no tenpian aspiración alguna para mí, y me gustaba creer que no me importaba. El trato que hice fue un pacto conmigo mismo, que terminaba rompiendo cada cierto tiempo y poco a poco lo mandaba por la borda. Mi promesa fue no ser como ellos, ni mi padre ni mi madre. Esas personas no me identifican, yo no quiero quejarme las veinitcuatro horas del día, dejar de fiarme de la gente, mantener la monotonía de los ojos, llevar tanta tristeza y enojo siempre y culpar a la gente.
Pero en eso me estaba convirtiendo, y dolía. Yo era consciente de eso, y me quemaba como el hielo.
En algún momento dije: ya basta. Porque si las cosas no cambiaban, ¿para qué esforzarme? Pacté en una noche a no dejarme llevar por los malos momentos, y ahora no tengo idea de lo que en verdad quiero. Le pido disculpas al Frank de hace varios años, que aún tenía esa ilusión de salir adelante, de escapar, volar, sentir la brisa mover sus cabellos mientras viajaba en un tren hacia el campo. También al Frank de hace unos días, que ilusionado con su héroe, olvidó controlar su dependencia.
Y, ¿importa acaso? Estaba decidido a acabar con la gente que me hacía daño en la escuela, a poner las cosas en orden. Solo que cada vez que intentaba defenderme, las cosas siempre me salían al revés. Fui caminando, tomando más tiempo del habitual para no entrar a casa. Escondido en uno de los parques que tanto frecuentaba con Gerard, viendo que los niños en los juegos con óxido eran fantasmas, y que había una que otra alma pasando como si fuera la única manera de despejar su mente. La mía también era una de ellas.
Entonces recordé lo de Fabrik, sus vivencias que posiblemente eran inventadas. Sé muy bien de esta clase de trucos, vivo en una zona peligrosa, zona baja, estas mañas son más comunes de lo que pareces y hasta parece absurda la forma en la que tantos caen redondito en ellas. Sobre todo jóvenes. Saqué el papel doblado de mi bolsillo y comencé a abrirlo, muy lento. Cuando cómo el cuadrado minúculo, dediqué una mirada al cielo. Pensé entonces en qué pasaría si caigo en eso.
Si yo me vuelvo adicto, no es porque alguien me haya incitado a hacerlo, sino porque quiera. No me debería sentir obligado, tal vez en la vida vuelva a ver a ese tío, pero dependía de mis decisiones. Luego pensé en el "qué dirán" de la gente. Cosas como "el hijo de los Iero es igual que el padre", o "de tal palo, tal astilla". Yo soy yo, no me representa nada más que mi persona, mis acciones, mi criterio, mis secretos y verdades. Me pertenecen a mí y solo a mí.
Suspiré, me dolía la cabeza de tanto pensar.
Entonces saqué el cuadrado y, miré la figura que tenía impresa: un emoticón sonriente. Todo lo que yo no era. Estas son mis acciones, mis elecciones. No lo hago por nadie más que por mí, y podría terminar cayendo más hondo de lo que pensé. Y ahí está mi contradicción. Nadie me dice qué hacer o no, pero lo hago por culpa de ellos. Suspiré una última vez.
Abrí la boca con el cuerpo a punto de temblar, mis latidos se intensificaron y ni siquiera había comenzado a consumir. Era por ser la primera vez, esperando a que sea la última también. Miré para todos lados, asegurándome de que nadie me prestara atención, y así fue. De todos modos, los nervios no me dejaron por un buen tiempo, que se me hizo eterno mientras llevaba el cuadrado a la lengua.
Y una vez colocado, no había vuelta atrás. Dejé que se degradara de a pocos, cerrando los ojos. No tenía sabor, pero claro, ¿qué podía esperar?
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My traumatic romance | FRERARD
FanfictionDebatiendo... entre la realidad y la ficción. La personificación del trauma. TRIGGER WARNING: Temas sensibles relacionados con: -Sustancias ilícitas -Abuso infantil -Abuso físico/psicológico -Abuso sexual -Salud mental -Violencia física Si eres una...