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NARRADOR.
El día del partido de Quidditch, Hera se levantó un poco más temprano.
Se dio una ducha y se colocó el jersey que había hecho, donde decía POTTER en la parte de atrás y el número 7.
—Que bonito suéter, Hera —Dijo Hermione lista para bajar a desayunar.
—Gracias, lo personalicé pensando en los partidos de Quidditch —Respondió— No me gusta para nada el clima —Añadió preocupada.
Las chicas bajaron al Gran Comedor y se encontraron a Harry, quien ya desayunaba.
—Buenos días —Saludó la pelinegra, dejando un beso en su mejilla.
Al terminar el desayuno toda la escuela se levantaba para asistir al partido. Los cuatro se levantaron.
—Buena suerte —Dijo Hera dándole un rápido beso en los labios, dejando atónitos a Ron y Hermione, y a un Harry sonriendo bobamente.
El partido comenzó, y Hera no veía nada. Solamente borrones de colores que no alcanzaba a distinguir bien.
Diggory y Harry iban en la misma dirección, supuso que habían visto la snitch. Hera vitoreaba y gritaba.
Un inquietante silencio cayó sobre el estadio. Ya no se oía el viento, aunque soplaba tan fuerte como antes.
Hera sintió un frío calarle dentro del cuerpo. Levantó la vista asustada y contempló cientos de dementores.
No sabía que pasaba, hasta que observó a Harry caer. Hera se horrorizó.
—¡HARRY! —Gritó aterrada, soltando un sollozo. Empujó para poder pasar por las gradas, bajó corriendo hacia el campo, donde vio a Harry tendido en el suelo.
Hera corrió más rápido y se incó frente a él, sollozando. No le importó llenarse de lodo.
Momentos después Dumbledore apareció y puso a Harry sobre una camilla, llevándolo en dirección a la enfermería.
⋆
Harry abrió los ojos de golpe, asustando a Hera.
—¡Harry! —Exclamó Fred—. ¿Cómo te encuentras?
—¿Qué sucedió? —Dijo incorporándose en la cama, tan de repente que los demás ahogaron un grito.
—Te caíste —Explicó Fred—. Debieron de ser... ¿cuántos? ¿Veinte metros?
—Creímos que te habías matado —Dijo Alicia, temblando.
—Pero el partido —Preguntó Harry—, ¿Cómo acabó? ¿Se repetirá?
