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NARRADOR.
Después de un buen almuerzo solitario, Hera, decidió ir a descansar un poco. Lo malo, eran las interminables escaleras hasta la torre.
Hera dobló el pasillo y observó a Hermione, Harry y Ron juntos. La chica, segura de que se había perdido algo, avanzó hacia ellos, confusa.
—¿Pasa.. algo? —preguntó titubeante. Miró a Hermione y se sorprendió al notar las lágrimas en sus ojos.
—Hagrid perdió el caso. Van a ejecutar a Buckbeak —anunció con voz temblorosa.
—¿Q-qué? —preguntó Hera con un hilo de voz.
—Nos mandó esto —le extendió la carta a Hera para que la leyera. Habían caído gruesas lágrimas en la carta, que estaba segura, eran de Hagrid.
Queridas Hermione y Hera:
Hemos perdido. Me permitirán traerlo a Hogwarts, pero van a fijar la fecha del sacrificio.
A Buckbeak le ha gustado Londres. Nunca olvidaré toda la ayuda que nos han dado.
Hagrid
Hera negó, sin poder creérselo.
—No pueden hacerlo —dijo Harry—. No pueden. Buckbeak no es peligroso.
Hera, quien comenzaba a tener los ojos cristalizados, respondió.
—Mi padre consiguió atemorizar a la Comisión para que tomaran esta determinación Ya saben cómo es. Son unos viejos imbéciles y los asustó.
—Pero podremos recurrir —añadió Hermione— siempre se puede. Aunque no veo ninguna esperanza... Nada cambiará.
—Sí, algo cambiará —dijo Ron, decidido—. En esta ocasión no tendrán que hacerlo solas. Las ayudaré.
—¡Ron!
Hermione le echó los brazos al cuello y rompió a llorar. Ron, aterrado, miró a Hera sin saber qué hacer.
"Abrázala", articuló Hera con sus labios. El pelirrojo algo descolocado rodeó a Hermione con sus brazos.
Hera sonrió.
—Ron, de verdad, siento muchísimo lo de Scabbers —sollozó aún en el abrazo.
—Bueno, ya era muy viejo —dijo Ron, un poco menos incómodo—. Y era algo inútil. Quién sabe, a lo mejor ahora mis padres me compran una lechuza.
Después de aquello, ambos amigos aún no se separaron. Hera estaba que sonreía como nunca. Después de tanto tiempo, volvían a hablarse y eso la hacía muy feliz.
