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—Hera —llamó Narcisa, Hera la miro a la espera que esta le dijera que quería — en 1 hora nos iremos a los mundiales, deberías de irte a cambiar.
—Ehh... si —respondió la pelinegra dudosa, que no tenia ganas de ir, ya que un mal presentimiento sentía dentro de su pecho. Olvido esa sensación cuando recordó que Harry le había dicho que él iba a ir a los mundiales.
Hera camino con rapidez hacia su habitación.
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—¡Ah, Fudge! —dijo Lucius, tendiendo la mano al llegar ante el ministro de Magia — ¿Cómo estás? Me parece que no conoces a mi mujer, ni a mis hijos, Draco y Hera.
—¿Cómo está usted?, ¿Cómo están? —saludó Fudge, sonriendo e inclinándose ante Narcisa — Permítanme presentarles al señor Oblansk... Obalonsk... al señor... Bueno, es el ministro búlgaro de Magia, y, como no entiende ni jota de lo que digo, da lo mismo. Veamos quién más... Supongo que conoces a Arthur Weasley.
—Incómodo —susurró Draco al lado de Hera, en cuanto Fudge dijo eso. Lucius y Arthur Weasley se miraron y la tensión se hizo presente en el ambiente.
— Por Merlín, Weasley —dijo Lucius con suavidad—, ¿Qué has tenido que vender para comprar entradas en la tribuna principal? Me imagino que no te ha llegado sólo con la casa.
Fudge, que parecía que no escuchaba, dijo:
—Lucius acaba de aportar una generosa contribución para el Hospital San Mungo de Enfermedades y Heridas Mágicas, Arthur. Ha venido aquí como invitado mío.
—¡Ah... qué bien! —dijo el señor Weasley, con una sonrisa muy tensa.
—Vámonos, —susurró Draco a Hera —quiero comprar esos binoculares que trae Granger.
—Oh, —soltó Hera al ver los binoculares que Draco decía, no solo los traía Hermione, sino que también, Ron — vamos.
Ambos hermanos se alejaron en silencio y comenzaron a caminar buscando a un vendedor ambulante.
—Mira, ese vende regaliz —señalo Hera con entusiasmo y Draco enfocó su vista a donde esta decía.
—Ahí está el señor de los binoculares —dijo Draco con el mismo entusiasmo que su hermana.
—Iré por regaliz —informo Hera y el asintió con la cabeza.
—Te compro unos binoculares y tu me compras regaliz —sugirió Draco y Hera asintió con la cabeza.
—Es un trato —dijo la pelinegra y ambos comenzaron a caminar a aquellos lugares.
Todo el lugar estaba lleno de gente, familias entusiasmadas a la espera de que el partido comenzara o amigos que simplemente iban por diversión.
