13. Una aliada inesperada

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5 de julio, 1995

Severus había pensado durante días en lo que debía hacer. Ahora que el Señor Tenebroso había regresado, debía planear cuidadosamente todos sus movimientos, no sólo por su labor como espía, sino porque debía evitar a toda costa que alguien descubriese a Lily.

El Señor Tenebroso no había vuelto a mencionar el experimento para la mejora de la sangre mágica, pero Severus temía que ese día llegase, y deseaba estar preparado para lo peor.

Así que, con sumo cuidado volvió a entrar en el orfanato, para reunirse con la señorita Anderson.

Tal y como había hecho años atrás, Severus trató de hechizar a la mujer, para someterla a su control y hacer que cooperase. Algunos de sus hechizos necesitaban de un adulto para poder implantarse, y ella era la mejor opción que tenía.

Sin embargo, algo no salió como pensaba.

-Deje de hacer eso, me hace daño -protestó ella, llevándose una mano a la frente. Severus se quedó de piedra, al comprender que ella se estaba resistiendo a su hechizo. Con cautela, la observó atentamente.

-Usted es una squib -dictaminó, asombrado. Ella le miró con rabia.

-Hacía tiempo que no escuchaba ese término, pero sí, está usted en lo cierto. Y ahora le pido que...

-¿Qué hace una squib aquí? -la interrumpió el.

-¿Qué quiere decir con eso? ¿Cree que tenemos muchas más opciones? No nos llueven las ofertas de trabajo en la comunidad mágica -le increpó la señorita Anderson-. Y ahora explíqueme quién es usted y por qué pone tanto empeño en intentar hechizarme. Sólo porque no pueda hacer magia no significa que no la sienta.

Severus ordenó sus pensamientos. Quizá fuera una suerte que la señorita Anderson supiese de la existencia de magia.

-Se trata de Lily White.

-¿Otra vez interesado en ella? ¿Quién es usted para prestarle tanta atención?

-Soy un profesor de su escuela -siseó Severus.

-Los profesores no ponen tanto interés en las jóvenes huérfanas, ni les hacen regalos por Navidad -replicó ella, con acidez, inclinándose hacia delante-. Usted se comporta más como un padre que se arrepiente de haber dejado a su hija de lado ¿Me equivoco?

La mirada de la mujer era dura e inflexible, muy parecida a la de la profesora McGonagall. Severus trató de no mostrar ningún gesto o emoción que le delatase, y trasmitir calma a su voz.

-Eso no es de su incumbencia.

-Sí lo es, porque Lily White está bajo mi custodia, y hasta que sea mayor de edad yo soy su guardiana legal. Yo decido quién se le acerca y quién no, y un hombre extraño que asegura ser su profesor no entra en mi lista de personas de fiar.

Severus apretó la varita con la mano, furioso, pero no se atrevió a maldecirla. Debía andarse con cuidado y no hacer nada que atrajese la atención del Ministerio.

-Lo único que debe importarle es que me preocupa la seguridad de la señorita White, tanto o más que a usted.

-Eso habrá que verlo -bufó ella, cruzándose de brazos. Estaba claro que tenía mucho carácter y no le tenía miedo. Ahora Severus entendía de donde lo había sacado Lily-. Muy bien, señor profesor ¿Por qué le preocupa tanto la seguridad de Lily?

-¿Recuerda algo de la Primera Guerra Mágica?

-Fue la razón por la que mis padres tuvieron que deshacerse de mí.

Sangre  de mi sangre (Severus Snape & hija)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora