20. La vida después de la guerra

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3 de mayo, 1998

Lily lloraba desconsolada, con el periódico a sus pies. No cabía duda de lo que decían los titulares, y ella sólo podía dar rienda suelta a su dolor, sin poder creer que tan sólo unas horas antes hubiese abrazado a su padre por primera y última vez.

Y ahora estaba muerto.

Susan y la señorita Anderson la abrazaban, dándole apoyo. La maestra también lloraba, quizá entendiendo la triste realidad mejor que nadie.

Pero ya no había vuelta atrás. Lily tendría que aprender a vivir con todas las preguntas que nunca tendrían respuesta

***

3 de junio, 1998

Lily estaba sentada en uno de los sofás de la habitación destinada a las entrevistas con los potenciales padres adoptivos. La señorita Anderson le cogía de la mano con fuerza y miraba con seriedad y un toque de desafío a las dos figuras que tenían delante.

El hombre de piel oscura se llamaba Kingsley Shacklebolt y era el nuevo Ministro de Magia en funciones, y estaba acompañado por Minerva McGonagall, la nueva directora de Hogwarts.

Y sobre la mesa que separaba a las dos parejas, descansaba el testamento de Severus Snape, ex-mortífago, mano derecha de Dumbledore y pieza clave en la derrota de lord Vóldemort.

-Señorita White, lamentamos esta encerrona, pero comprenderá que nos resulta muy extraño que usted sea la única beneficiaria de todos los bienes del profesor Snape -el Ministro hablaba con amabilidad, inclinándose hacia delante, y Lily hacía todo lo que podía por mirarle a los ojos sin revelar cómo se sentía.

-El profesor Snape me dijo una vez que la casa Slytherin siempre cuida de los suyos -respondió con cuidado-. Él sabía que yo era huérfana, y que tendría muchas más dificultades para salir adelante que mis compañeros. Además, se enfadó mucho cuando no se me permitió volver a Hogwarts el año pasado.

-Eso es cierto -corroboró McGonagall-. El nombre de la señorita White estuvo hasta última hora en la lista de alumnos que debían asistir a Hogwarts... hasta la aprobación de las leyes de pureza de sangre.

-¿Ha recibido regalos anteriormente por parte de su profesor? -inquirió Shacklebolt, y Lily fortaleció las barreras de Oclumancia antes de responder.

-El verano pasado me envió los libros de texto de sexto y séptimo curso, para que pudiera preparar los EXTASIS. Dijo que podría examinarme en otro colegio si fuera necesario.

La señorita Anderson la miró de reojo, pero no dijo nada, manteniendo su cara en una cuidada expresión neutral.

-Eso no aparece en la lista de gastos del colegio ¿Sabe si usó su propio dinero para pagarlo? -McGonagall la miró por encima de las gafas, pero Lily se encogió de hombros.

-Supongo que no podría usar los fondos de Hogwarts con la nueva ley vigente y lord Vóldemort respirando por encima de su hombro ¿verdad? -Lily respondió con descaro, forzándose a decir en voz alta el nombre del mago tenebroso-. Oigan, si hay algún problema ¿Por qué no se lo preguntan a él? ¿No tienen su retrato en el despacho de los directores?

McGonagall y Shacklebolt cruzaron una mirada.

-Desafortunadamente, su retrato tiene la manía de hacerse el sordo cuando se le pregunta algo que no le agrada -McGonagall sonrió a su pesar, y su cara pareció ablandarse.

-No entiendo a qué viene esta investigación -la señorita Anderson tomó la palabra, algo irritada-. Lily no ha pedido recibir esa herencia, su profesor decidió dejarla a ella como beneficiaria por motivos que sólo él conoce. Y a menos que haya algo ilegal en este asunto, no creo que Lily deba responder a más preguntas.

Sangre  de mi sangre (Severus Snape & hija)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora