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Meghan

 

Otro día de clases significa otra tortura más. Otro día de clases significa estrés. Otro día de clases significa otro puto día de clases.

Suspiro mientras veo a las hadas explicar algo sobre una posición. Cosas insignificantes son lo que enseñan, lo más básico.

Solo estoy esperando la última clase que es la vez del intercambio de clases entre príncipes y princesas, no sé si es para burlarme de los príncipes o burlarme de mi cuando me caiga.

Hoy será un día atareado.

Félix no ha molestado desde que llegué, no me ha saludado ni siquiera me ha dirigido la palabra, parece serio, ido y distante, como si algo malo hubiera pasado. Se ve estresado.

Me muerdo el labio levemente mientras pienso en lo que podría haber pasado para que esté así. No es que me importe, pero soy chismosa. Y además, las personas tienden a enojarse con personas que no tienen nada que ver con su enojo, así que sí está así, asegura que puede ser que al finalizar la semana no me cuente nada.

Ojalá y para esos días ya no esté enojado. Porque si lo está, será triste, porque le sacaré la información sea como sea.

Le presto atención a la clase y me relamo los labios cuando veo el color del líquido de la poción que están haciendo las hadas. Frunzo el ceño.

Estoy segura de que la he visto en algún lado.

Claro, la cabaña de los gnomos. Me pregunto para que servirán todas aquellas pociones en aquella cabaña.

Lo que más me llama la atención son aquellas pociones que estaba llenas de polvo como si no las hubiesen agarrado en años, al menos vi como seis de ellas llenas de polvo. Lo más extraño es que todas las demás tenían su frasco tan limpio que podías ver tu reflejo y aquellas seguían tan sucias que necesitarían más de 50 años de limpieza.

No sé si solo soy tan observadora, soy dramática, estoy alucinando o simplemente sigo siendo una chismosa. Pero creo que eso ya no entra al límite de ser chismosa.

Mi estrés de hoy se debe a que me toca clases de ballet. No es que me desagrade, es asombroso, pero me lastiman los pies y no es que me agrade mucho la idea de soportar un dolor por algo que no me gusta y no lo haría por mi voluntad.

Apenas y he tenido una clase el lunes pasado y ya no quiero regresar más. Pensé que las clases particulares las hacía desde casa o en algún otro lugar, pero para mí mala suerte no. Son aquí en el instituto y voy a tener que soportar ver la cara de todos a los que no conozco ni trataré de conocer. Que pena.

Uy no, antes muerta que socializar.

Muerdo el metal que envuelve el borrador del lápiz y pienso en como haré para convencer a estúpido 1 y estúpido 2 para que me ayuden con lo del rumor si es que no aceptan.

Resolver cosas siempre me ha relajado.

Brooks dijo que tenía que hablarlo con Félix, lo que significa que si Félix no acepta, Brooks tampoco. Lo que me deja en desventaja porque no quiero parecer una tonta y arrastrarme hacia mi primo diciendo “si te voy a ayudar al final”. No, prefiero morirme antes que perder mi amado orgullo y mi amada dignidad.

James cumplió mi peor pesadilla. No venir cuando yo venga. Se quedó en el castillo “ayudando a papá en algo”, seguro tiene que ver con lo que me ocultaban de ayer. Pero eso también lo descubriré.

La clase de pociones termina y me levanto de mi asiento tan rápido como si fuera flash, salir de aquí es mi mayor deseo.

Las clases aquí son desde las siete de la mañana hasta las once de la mañana. O sea, más específicamente, cuatro horas de tortura sin descanso.

Realeza Encantada #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora