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Meghan

 

—¿Quieres verme desnuda o qué? —me golpeo mentalmente y aprieto la mandíbula por mi mala elección de palabras.

Simplemente se sienta en un banquito que está aquí dentro y sigue con los brazos cruzados mientras se sienta con las piernas abiertas y no sé porqué me parece tan atractiva la manera en la que está sentado, como si me invitara a sentarme en él.

Podría sentarme en su regazo… o a horcadas…

Carraspeo y me doy la vuelta dándole la espalda y terminando de desabotonar mi camisa dejando mi torso desnudo, pero el solo puede ver mi espalda, como dije antes, en la realeza no se usan sujetadores, así que estoy casi desnuda a su vista.

Me pongo el brazo en los pechos para taparlos y busco un vestido sujeto en un gacho. Desabrocho el botón y el cierre de mi pantalón y me pongo el vestido por encima de la cabeza hasta bajarlo por mi cuerpo.

Me inclino y comienzo a jalar el pantalón desde las pantorrillas hasta quitármelo por completo logrando así que no me viera más que la espalda. Sonrío con eficiencia y me doy la vuelta.

—Habla. ¿Qué haces aquí? —doblo mi anterior ropa.

Sigue mirando sin decir absolutamente una palabra. Dejo la ropa en la carpa y me preparo para ir a clase, ya más tarde la buscaré. Primero es buena acción y después francés. Rebusco los tickets por todo mi cuerpo y en la ropa que tenía antes. Los encuentro y como soy una desubicada, me meto el ticket de la clase de francés entre los pechos que se aprietan con el vestido justo en frente de la mirada de Brooks que sé que no va a decir nada, así que no insisto.

Tengo el de buena acción en la mano y salgo de la carpa hasta ir al salón de clases en la que apenas y estamos pocas alumnas. No vi a Brooks salir de la carpa detrás de mi y eso me alivia, me agobia que esté siempre encima de mi con esa actitud que odio y desearía quitarle, pero si se la quito no me parecería tan atractivo como lo es. Por Dios…

Una de las hadas ya se encuentra en el salón de clases dirigiendo a algunas alumnas que llegaron y dándoles indicaciones particulares. Al verme se acerca con una sonrisa y sus pies tocan el piso dejando de revolotear.

—Princesa Meghan —saluda con un asentimiento—. Hoy tendremos una actividad muy particular…

¿Particular? Lo particular es peligroso y viniendo de hadas extremadamente alegres, más. Asiento y me uno al grupo de princesas de una esquina como me lo han indicado. Al menos no estoy sola, Dioné está aquí. Cuando me mira se acerca con una sonrisa que me alivia. Odio estar en un lugar que no conozco a nadie y sola.

—¿Buena acción para ti? —pregunto para buscar distraerme.

—Sí, mis padres creen que me hace falta —se encoje hombros.

Ladeo la cabeza curiosa. Me es normal como de costumbre preguntarme mentalmente ¿por qué sus padres creerían eso? Lo entiendo de mi, puedo ser mala, grosera y hasta puedo tratar con desdén. Pero…¿Ella? ¿Cómo se comportará para que ellos piensen eso de ella?

Odio preguntarme cosas que posiblemente no tengan respuestas porque no voy a preguntarlas talvez nunca, pero me gusta hacerme preguntas referente a los temas aunque lo odio. Me ayuda a olvidarme del momento exacto mientras que en mi mente viajan puro signos de interrogación de un lado a otro tropezando entre ellos.

Salgo de mi mundo de signos de interrogación cuando un grito me espabila. Retrocedo un par de pasos cuando dejamos de encontrarnos en el salón de clases. En cambio de eso, estamos en una tierra destruida en la que solo hay ruinas, muertos, oscuridad, fuego cayendo, piedras también.

Realeza Encantada #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora