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Meghan

 

Brooks me deja cerca de casa y se va antes de poder ser visto como humano. Sigo el resto de mi camino sola hasta llegar al castillo. No es sorpresa ver a James esperarme en la entrada con los brazos cruzados y una expresión molesta en su rostro. Muy molesta.

Al terminar parada en frente de él ambos quedamos callados y el solo suspira después de un momento.

—Le he dicho a papá que fuiste a explorar —me dice—. Pero está enojado igual, agradece que lo convencí de no buscarte.

Le sonrío y lo abrazo rápidamente.

—Gracias, rubio —le alboroto el cabello.

—Ahora ve a enfrentar el enojo de papá —me pone la mano en la espalda guiándome.

—Eso es fácil —sonrío.

Rueda los ojos y seguimos caminando hasta llegar al comedor. ¿Qué hora es? Miro a unas de las paredes dónde se encuentra un reloj que marca la hora.

11:45…

Almuerzo.

Al ver a mi padre y madre comiendo me muerdo el labio nerviosa. Odio saber que me mienten, pero las mentiras son por mucho mi especialidad en muchos casos.

Me siento callada, sé que él será el primero en hablar.

Con mamá no me he dirigido la palabra además de lo necesario después de aquella pelea aquí mismo. Y se enojó mucho más cuando se enteró que fui a salvar a papá y a James. Estoy segura de que se le pasará en cualquier momento, o eso espero.

—Te escapaste de clases —comienza papá.

—Sí —procuro dar la mayoría de mis respuestas monótonas.

—¿Vas a decirme por qué?

No, voy a mentir.

—Estaba buscando animales del bosque, papá me contaba mucho sobre ellos, y tenía curiosidad —me encojo de hombros.

Lo de dar respuesta monótonas no se me da.

—¿Tenías que escaparte de clases para eso? —masculla.

—Sí, ¿Recuerdas que estaba castigada? Así no podría salir, no tenía otra opción —me encojo de hombros y me ponen el plato de comida en la mesa.

—Me hubieses dicho, no es excusa —deja el tenedor en el plato y me mira.

—¿Entonces ya no tengo el castigo? —alzo una ceja.

—No, el castigo sigue —dicta.

—Ok, las escapadas siguen entonces —lo reto.

Mamá se sorprende como si no le estuviera hablando así a mi padre. Al rey. Realmente ahora mismo me importa más la vida de cada una de ellos, que ponerme rebelde así haga falta. No me importaría llevarle la contraria a ellos si tengo que hacerlo para salvarlos.

La mano de mi padre se estrella con la mesa haciendo un ruido sordo de los platos y cubiertos que se encuentran en la mesa.

—No saldrás y es mi última palabra —Me mira enojado.

Suspiro y me encojo de hombros.

—Está bien —miento.

Sigo comiendo como si nada hubiera pasado. Necesito que papá se relaje para poder hacerlo yo. No me apetece tener que pelear con el tan temprano aún. Tengo 18 años, no estoy para vivir mi vida peleando por lo que tengo o no tengo derecho de hacer. Evidentemente soy mayor, cosa que no aceptan aquí solo porque soy mujer. Mujer y princesa.

Realeza Encantada #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora