ϟ19ϟ

2K 165 56
                                    

Meghan

 

Tengo la cabeza hecha un caos. Me duele, pero no puedo abrir los ojos aún. Es como un pesar que siento en los ojos que no me deja abrirlos. Pero si puedo escuchar, es como extraño estado nocivo.

—Ni que fuera tan importante… —después de unos segundos distingo su voz. Shayla.

—Cállate, metida —Asher—. Nadie pidió tu opinión.

—Cállense los dos, ella debe descansar por ahora —susurra Brooks.

Hay una risita de por medio y después se le une otra.

—¿Hay un Brooks preocupado o es mi imaginación? —pregunta Asher.

—O enamorado —termina Félix, molestando.

Asher se ríe junto a Félix mientras reciben un silencio por parte de Brooks. Seguramente los ha de estar mirando muy mal con ganas de arrancarles el cuello a ambos.

—O con ganas de asesinar —replica él.

Félix y Asher estallan en risa y yo me remuevo en la cama cuando finalmente puedo abrir los ojos. Todos se quedan callados al momento en el que abro los ojos lentamente. Analizo el lugar antes de incorporarme. Hay alguien nuevo, un chico, sentando en una esquina y mirándome fijamente con la cabeza ladeada estudiándome como yo lo hago con él.

Me bajo de la cama y camino hasta donde está.

—Te conozco —es lo único que digo.

Se levanta a mi altura, es como de mi tamaño. No es tan algo, ni me repasa. Tiene el cabello negro, ojos hazel y varios lunares le adornan la cara que lo hace ver muy atractivo. También lleva lentes, lo que lo hace el doble de atractivo.

—Me conoces —confirma metiendo las manos en sus bolsillos.

Le sonrío y él me sonríe de regreso.

—Malif —suspiro aliviada y lo abrazo.

Me corresponde el abrazo fuertemente y aún no puedo creer que esté frente a mi. Malif es algo así como mi primo hermano. Hubo un tiempo en el que los padres de Malif tenían problemas así que se quedó con papá y conmigo por más de tres años en los que sus padres terminaron en optar por divorciarse. Ya después de eso Malif se fue a vivir con su madre y venía a visitarnos mínimo dos veces en la semana, en la que yo estuviera en casa, por supuesto.

Después de que cumplí trece años no volví a verlo más, mi tía me dijo que lo había mandado a estudiar a otro lugar, pero nunca le creí, siempre tuve un mal presentimiento de esa mujer y más de mi tío.

Me separo del abrazo y pongo mis manos en sus mejillas acariciando.

Malif es mayor que yo por tres años. Ahora mismo ha de tener 21 años. Lo que quiere decir que han pasado cinco años sin vernos.

Lo más extraño hasta ahora es… ¿Por qué está él aquí? ¿Qué hace con ellos? Y lo más importante de todo… ¿Dónde mierda estoy?

—¿Qué haces aquí? —susurro aún con una sonrisa.

Miro hacia atrás y veo que los demás están igual o más confundidos que yo ante la situación. Seguro que no sabían que lo conocía. Malif entrelaza sus dedos con los míos y me sonríe para darme una respuesta en el oído que solo yo puedo escuchar.

—¿Eso es…? —pregunto y asiente sin dejar de mirarme.

Trago saliva después de asentir también. Lo que me dijo es… simplemente bueno.

Realeza Encantada #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora