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Brooks

 

Después de que Meghan saliera por la puerta pude volver a mi forma humana, solo doy unos pasos hasta estar frente a la puerta y abrirla. Galia y Christine están paradas frente al muro de la ilusión de la ciudad de Magibris. Cualquiera que pase por el muro de la ilusión inmediatamente tiene ojos encima. Es como una alarma que avisa a todas las brujas que alguien ha entrado a su hogar.

He venido aquí un par de veces y ya estoy acostumbrado a la miradas, aunque ya no tantas porque me conocen desde hace algo de tiempo. Galia siente mi presencia y gira la cabeza hacia mi, con esa sonrisa maliciosa y mueve sus labios en un susurro diciéndole algo a Christine.

La duda de ambas está palpable en su rostro, ambas dan pasos cortos hasta donde estoy parado. A ellas se une Anastasia, ni siquiera le pongo un ojo encima, está mal de la cabeza y si la miro más de la cuenta va a pensar que soy algo de ella y va a retenerme aquí como su amante.

Tengo entendido que eso suele pasar con la mayoría de brujas. Mientras que un hombre les gusta, fuerzan el contacto visual y si el hombre se le queda viendo más de un minuto se crea algo así como un vínculo que dice que las brujas pueden quedárselo y hacer lo que quieran con ellos. La mayoría de las veces solo los usan para reproducirse y por placer propio, satisfacción a su ego o su orgullo. No sé qué mierda, pero no me agrada y si me llega a poner una mano encima se la cortaré.

Evito el contacto visual mirando a Galia que es la que parece estar más curiosa y por lo tanto más ansiosa en preguntar lo que sea que ronda por su cabeza en este momento y algo me dice… no. Estoy seguro de que tiene que ver con Meghan y mi sentido de protección hacia a ella.

—Creo que ya sabes lo que preguntaré —se inclina un poco y mira a Anastasia de reojo—. Anastasia es la que más tiene curiosidad —se acomoda de nuevo con las manos entrelazadas al frente y me mira.

—¿Les debo respuesta a alguna de ustedes? —pregunto mientras me cruzo de brazos y yo mismo me contesto—. No, no debo.

La bruja madre, Galia, me mira impasible con esa característica sonrisa de que tiene el control de todo cuando lo rodea. Me da pesar saber que no es ni siquiera un poco así, si al menos ella supiera que no entra ni en los más poderosos del mundo.

Miro rápidamente de reojo a Anastasia y veo líneas negras formarse en sus ojos, como lágrimas incrustadas dentro de la piel y deslizándose por presión ejercida por algo. Desvío la mirada al mismo instante, esta vez mi mirada se posa en Christine que parece perdida en sus pensamientos.

Ella es parecida a la mujer testaruda. Es impulsiva, pero a veces se toma el tiempo de pensar las cosas muy a fondo que se pierden solo en eso. La diferencia es que a mí me encanta mirar a Meghan y saber que es lo que de verdad pasa por su mente, a Christine es obvio leerla, es como un libro abierto.

Anastasia está experimentando la fase llamada: Perditio. Su significado es directamente a la frase “perdición” en latín. Cuando una bruja no obtiene su objetivo principal, que es hechizar al hombre y retenerlo, pasa por la fase Perditio. Que es cuando el hombre del cual está interesado muestra señales de interés por otra mujer que no es ella, automáticamente dejas de tener poder para poseerlo.

Lagrimas negras ruedan por dentro de su piel, como un tatuaje. Y la última fase es llamada: Furor. Que tiene por significado “rabia” en latín. Me va a odiar hasta que consiga a otra persona que le guste y se repita el proceso o pueda retenerlo con su hechizo de mierda.

Las tres piensan que estoy interesado en ella por la manera en la que la defendí, pero la verdad es que tengo que hacerlo quiera o no. Conozco a Christine cuando era pequeño, más o menos hace más de doscientos años y es difícil no conocerla y saber que por su mente pasa el pensamiento de porque la protejo tanto.

Realeza Encantada #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora