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Meghan


Hoy es un día atareado para la servidumbre del castillo. Se mueven de un lado a otro haciendo no sé que cosa apurados y sin siquiera saludarme al pasarme por un lado. No es que sea obligatorio, pero ellos casi todas las mañanas me saludan al pasar y ahora me resulta extraño que no lo hagan.

El sábado llegó y con eso significaría menos trabajo, más descanso. Pero es todo lo contrario al parecer.

Alphonse parece más aturdido que de costumbre y sus órdenes parecen ir más intensas y más altas. Brooks desapareció en la mañana cuando desperté, no lo encontré por ningún lado de la habitación, también pasaron por alto el desayuno por orden de mamá, ya que papá y James no han llegado.

Mamá no me ha dirigido la palabra, nos cruzamos por los pasillos como dos veces y en ninguna de esas me habló, supongo que aún sigue enojada. La única con la que he hablado hasta ahora es Clara. Me dijo que pidiera desayuno y comiera sola, pero le dije que no, ya que no me apetece para nada. Tengo un mal sabor en la boca. Creo que es un mal presentimiento o algo que tenga que ver con James y mi padre.

¿Estarán en peligro? ¿Las brujas les habrán hecho algo? Algo debe de haber pasado para que no hayan regresado, es muy sospechoso que no hayan vuelto ayer mismo u hoy en la mañana a primera hora.

Detengo el paso cuando una idea se cruza por mi mente como un destello de luz. Corro a mi alcoba y entro de inmediato al armario buscando ropa para montar a caballo. Unos pantalones pegados a las piernas morado pastel. Una camisa blanca de botones y vuelos y un chaleco morado también. Unas zapatillas sin tacón y me amarro el cabello en una cola alta.

¿Uso tiara?

Me alejo del armario y salgo de mi habitación. No, una mala idea sería usar tiaras. Ya que las personas en el castillo están ocupados no me dicen nada al verme salir del castillo.

—Todos tienen que estar alerta… —la voz de Alphonse se hace presente.

Me escondo detrás de un pilar fuera del castillo mientras lo veo entrar al castillo con otra persona que no conozco.

—Las puertas del palacio se cerrarán —informa entrando.

Me quedo estática y me quedo mirando por dónde pasaron. ¿Las puertas se cerrarán? ¿Por qué?

Tengo que irme antes de que se den cuenta que falto, si es cierto que van a cerrar el castillo es porque algo le sucedió a papá y James, y es algo malo. Camino a paso rápido hasta llegar al establo de los caballos, los animales se acercan viendo si traigo comida, pero esta vez no.

Hoy están la mayoría de caballos aquí, menos dos. Que son seguramente los que llevaron en el carruaje a papá y mi hermano. Abro la puerta de uno de ellos, uno sin alas.

Drio.

—Tienes que llevarme a un lado —murmuro poniéndole las riendas y la silla sacándolo de ahí conmigo mientras los otros animales solo miran con curiosidad.

—Con gusto, princesa —asiente—. ¿Pero a dónde? —pregunta.

Baja el lomo y logro subirme. Agarro las riendas con fuerza y enderezo la espalda. Lo miro y ladeo la cabeza.

—¿Sabes dónde queda el instituto real? —asiente—. Vamos ahí.

Vuelve a asentir y muevo las riendas haciéndolo andar. Comienza a galopar rápido y yo me sostengo con fuerza. Las clases en el instituto sirvieron un poco y Drio también me ha ayudado mucho cada vez que vengo a alimentarlos. Pasamos directamente por el pueblo, no tengo ganas de desviarlo, tardaré una eternidad si lo hago.

Realeza Encantada #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora