prólogo

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2022

La alarma no le había sonado y se había quedado dormida.

Abrió mucho los ojos.

—¡Me cago en la pu...!

Con el corazón latiendo con fuerza, se levantó de un salto y comenzó a vestirse apresuradamente, lamentando su descuido. Ni siquiera se fijó en la mezcla de ropa con la que salió de casa y cogió el autobús: Una camiseta negra, unos pantalones del mismo color y unas Converse: Una de color blanca y la otra roja.

Cuando se dio cuenta, Candela empezó a revolverse el pelo frustrada. No podía empezar peor el día. «Eso es lo que pasa por tener los mismos zapatos con la gama cromática entera.» Pensó mientras se peinaba los enredos y se veía en el reflejo del autobús. Por suerte el vehículo no fue demasiado lento ese día y la dejó a cinco minutos andando del set de rodaje, pero sino se ponía a correr, llegaría tarde.

Asique lo hizo.

Empezó a correr como una desquiciada.

En ese primer día, tan solo iba a conocer a los actores y recibir directrices de su jefa de trabajo para ver cuales le asignaban a ella, pero igualmente, Candela no quería que la primera su impresión fuera la de una persona impuntual y desorganizada.

—¡Mierda mierda, mierda...!—jadeaba mientras corría sin sincronización y resistencia alguna.

Al final, no supo ni como lo hizo, pero se plantó en el edificio donde harían la reunión con dos minutos de margen.

—Increíble lo mío—se felicitó a si misma mientras subía las escaleras con la cara roja y el sudor corriéndole por la frente. Estaba tan cansada por haber estado corriendo que apenas tenía fuerzas para agarrarse a los barrotes. Candela tuvo que subir cinco pisos hasta que, finalmente, dio con una puerta de acceso que daba hacia un pasillo.

Por fin...

—¡Cuidado!—gritó alguien cuya voz sonaba aterrada mientras ella cerraba la puerta detrás de sí.

—¿Qué...?—Candela no pudo terminar la frase: Una pelota de baloncesto de tamaño estratosférico le impactó en la cara y por el susto, Candela pegó un bote hacia atrás y se chocó con el pomo de la puerta a la altura de la espalda. Pero no se salvó del balonazo en la cara.

Notó el momento preciso en el que le empezó a sangrar la nariz.

—Seré desgraciada...

Candela se tapó la nariz con dos dedos y empezó a respirar por la boca. Cuando alzó la vista, un chico de rizos y de ojos azules se acercaba a ella preocupado y con la cara blanca.

𝐖𝐎𝐑𝐊 𝐒𝐎𝐍𝐆──𝙁𝙚𝙡𝙞𝙥𝙚 𝙊𝙩𝙖ñ𝙤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora