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DESPUÉS DE UNA SEMANA SIN VERSE MÁS QUE A TRAVÉS DE VIDEOLLAMADAS, Pipe y Candela volvieron a estar juntos.
Los chicos habían hecho una especie de fiesta con todos los contagiados que iban saliendo del confinamiento en sus habitaciones grabando y celebrando cuando por fin les dejaban poner un pie fuera de la habitación con globos y aplausos, y después de dos test de Covid (en los que había dado negativo ambas), Candela pudo vivir ese momento.
Fran (que había salido hacía tres días de su propia habitación), Simón, Santi y Massy llevaban los globos, Matías el confeti y Blas, Valentino y Pipe una pancarta enorme que rezaba «FELIZ SALIDA DEL DESTIERRO, CANDELABRO». El único que no llevaban nada era Juani, que vagaba esos últimos días como alma apenada y que no sabía muy bien cómo actuar. Se ofreció a ser el cámara que lo grabara todo, pero no parecía tan ilusionado como cuando hacía sus vídeos de Twitch o twitteaba para Twitter. Pipe le había insistido en que hablara con él (ya que sabía que tenía algo que ver con Maia y su hermana no le decía nada en absoluto cuando hablaba con ella), pero él se esforzaba por sonreír y fingir que no pasaba nada.
—¡VENGA, TODO EL MUNDO LISTO!—chilló entusiasmado Fran agitando dos globos mientras Juani lo grababa—. ¡Hola gordis, hoy sacamos del destierro de ultratumba a nuestra querida Candela!
—Nos acercamos a su cuarto haciendo el menor ruido posible porque los boludos del hotel quieren hacernos sentir culpables de las molestia que ocasionamos a los otros huéspedes y bla bla bla—bromeó Matías correteando delante de la cámara para salir en el plano—. Pss, Juani, enfoca a Felipe y Simón Hempe, los más guapos del lugar y a Blas Polidori con su cara de forro de todos los días.
—Ándate a la concha de tu madre, Mati.
—¡Mirad! ¡Está es su puerta!
—Shhh.... Callaos. Que tiene que ser una sorpresa—gruñó Pipe desesperado. Se arregló el pelo con una mano mientras suspiraba nervioso.
Necesitaba que ella saliera de la habitación ya y poder abrazarla.
Le daba igual si en privado o con sus amigos de público.
Todos se colocaron en la puerta hasta el punto de estar casi encima unos de otros y Valentino tocó a la puerta con los nudillos.
Candela no tardó en abrirla y, al hacerlo, abrió muchos los ojos y se llevó una mano al pecho por el susto.
—¡AAAAAAH!
—¡SORPRESAAAAAAAAAA!
Ella pegó un bote.
—La puta que me parió... ¡No me mató el Covid y me vais a matar ustedes de un puto infarto!—gritó Candela sin fijarse en el móvil que Juani tenía cerca de ella y que grababa todas sus amenazas—. Dios Santo. Que susto....