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CANDELA MIRÓ LA PANTALLA DE SU MÓVIL ESE FIN DE SEMANA Y TRAGÓ SALIVA.
Era 5 de marzo de 2022.
Apenas les quedaba un mes de grabaciones en Granada y aún tenían mucho que grabar y no podían hacer nada por culpa de los casos de Covid. Se preguntó si les daría tiempo y si Bayona les conseguiría una prórroga para quedarse más tiempo en España que el tiempo delimitado en los documentos... O si en realidad haría falta.
Quitando esa angustia de seguir con su trabajo, Candela no tenía preocupación alguna. El día anterior Bayona le había preguntado si quería que le asignaran otro actor en lugar de Felipe, y ella, más claro que nunca, dijo que no.
Llamó con los nudillos a la puerta de la habitación de Felipe y él le abrió al segundo.
—Hola—saludó ella alegremente.
—Hola.
—¿Puedo pasar un rato y estar acá?—se balanceó con los talones de sus pies esperando que él sonriera, se apartase y le comiera la cara a besos como siempre.
Sin embargo, se limitó a encogerse de hombros con aspecto indiferente.
—Si queres...
No le dio demasiada importancia, pero sintió bastante raro el comportamiento de Pipe.
Ella accedió a la habitación y se sentó en la orilla de la cama.
—¿Has almorzado ya? Puedo traerte la comida si estás ocupado.
—¿De qué iba a estar ocupado si no hago nada en todo el día?—el tono del ojiazul sonaba brusco y tenso, como si no estuviera cómodo en ese momento.
—Te despertaste con la tanga cruzada, ¿eh?—intentó bromear ella empezando a preocuparse.
Pipe hizo un gesto con la cara como para dar a entender que le daba igual.
—No. Estoy re bien.
Eso ya no había quien se lo creyera.
—Oye...—ella intentó alcanzar su mano para estrechársela pero él se apartó. Eso la molesto considerablemente—. González... ¿Estás bien?
—Sí. ¿Porque no iba a estarlo?
—¿Es joda? Desde que he entrado estás... rarísimo. ¿Qué te pasa?