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CANDELA

ANTES DE QUE PUDIERA DARSE CUENTA DEL PASO DEL TIEMPO, Candela vio que en el calendario de la habitación de su hotel ya marcaba el ecuador de su estancia en España, porque llevaban mes y medio en el país grabando

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ANTES DE QUE PUDIERA DARSE CUENTA DEL PASO DEL TIEMPO, Candela vio que en el calendario de la habitación de su hotel ya marcaba el ecuador de su estancia en España, porque llevaban mes y medio en el país grabando.

Los días en el set de rodaje transcurrieron con un ritmo frenético pero emocionante. Candela se sumergió en su trabajo como maquilladora, dedicándose con pasión a embellecer a los actores y dar vida a los personajes. Con habilidad y destreza, aplicaba meticulosamente el maquillaje, transformando a los chicos en sus respectivos roles con cada pincelada y pasando mucho tiempo con las prótesis de plástico y de prueba.

Entre tomas y retoques de maquillaje, Candela no olvidaba nunca su responsabilidad con sus abuelos. Cada día, sin falta, tomaba un momento para llamarlos y asegurarse de que estuvieran bien. Luego, durante el viaje en autobús a las ocho de la noche de camino al hotel, volvía a llamarlos, y por la noche antes de acostarse, también. Aunque estuviera inmersa en el ajetreo del rodaje, su familia siempre era su prioridad.

A medida que avanzaban las grabaciones, Candela esperaba con ansias la fase en la que podría usar las prótesis de heridas más graves. Para ella, era una oportunidad de desafiar sus habilidades y crear efectos visuales impactantes que añadieran profundidad a la narrativa. Disfrutaba cada momento en el que podía aplicar las prótesis con precisión, observando cómo transformaban a los actores en personajes marcados por la tragedia.

Pero no todo era trabajo en el set. En los descansos, Candela aprovechaba para disfrutar del tiempo con los chicos, grabando vídeos en la nieve y haciendo tonterías todos juntos. Entre conversaciones y tazas de café caliente, encontraban momentos de camaradería que fortalecían su vínculo como equipo. Para Candela, esos momentos eran tan valiosos como cualquier toma perfectamente ejecutada.

Las cosas con los chicos iban genial.

Y con Pipe, en secreto, también.

Desde esa noche que pasaron en la habitación de él, se habían visto todas las noches sin contarles nada a nadie. Pipe iba a su cuarto o viceversa y (aunque sabían que lo tenían prohibido) se quedaban a dormir y se escapaban a su habitación a la mañana siguiente a hurtadillas y con un beso de despedida en la puerta.

A pesar de que el grupo más cercano de Pipe (que eran Fran, Juani, Blas, Matías y Massy) dejaran caer indirectas cuando ella estaba delante, Candela sabía al cien por cien que no sospechaban lo que ocurría en realidad. Todo el mundo se había dado cuenta de que ya no se odiaban tanto, pero por si acaso, Candela y Pipe guardaban las distancias y se soltaban alguna que otra pulla para que no supieran que estaban liados. Pero esta vez, sabían que no iba en serio.

𝐖𝐎𝐑𝐊 𝐒𝐎𝐍𝐆──𝙁𝙚𝙡𝙞𝙥𝙚 𝙊𝙩𝙖ñ𝙤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora