CANDELA
TODO EN ESA NOCHE PARECIÓ IRREAL.
Cada vez que escuchaba el sonido de las sirenas de una ambulancia o entraba en una sala de emergencias, su corazón se aceleraba y una sensación de angustia se apoderaba de ella. Y aunque había aprendido a lidiar con la incertidumbre y el estrés que conllevaba tener un ser querido enfermo, la sensación de impotencia y la preocupación por el bienestar de su abuela nunca desaparecían por completo. Cada vez que su abuela era hospitalizada, Candela se encontraba en un estado constante de nerviosismo y ansiedad, temiendo lo peor y rezando por lo mejor.
Y el viaje en ambulancia simplemente había sido... Espantoso.
—Siento haberte gritado—le susurró a Pipe una vez se encontraron en la puerta del hospital.
Ella había venido en la ambulancia y Pipe y su abuelo en un taxi.
Pipe bajó la vista hacia ella y apretó su mano.
—No pasa nada. Fue cosa de los nervios—le relajó él, y ella sabía que lo decía en serio.
—Me alegro que hayamos arreglado las cosas antes de esto.... No podría haber vivido un episodio así esta vez contigo enfadado conmigo...
—Eh. No pienses en eso...
Entraron en el hospital y se quedaron los dos en silencio en la sala de espera hasta que su abuelo apareció por la puerta con una expresión derrotada. Tenía los ojos hundidos en lágrimas y sus mejillas estaban pálidas.
Ella se levantó de la silla de golpe y Felipe la imitó.
—¿Cómo está?
—Mal. Muy... mal.
Eso hizo que a Candela se le fuera el color de la cara.
¿Tan mal? Pero si ya había soportado otros ataques como ese... ¿Porque este iba a ser distinto?
Candela encontró la mano de Pipe de nuevo y siguieron a su abuelo a la habitación de Nana Rosita. De camino, ambos se miraron y él le dio un beso rápido en la sien.
—Todo saldrá bien.
Quería creer en esas palabras y las rezaría con tal de que fueran ciertas.
Al entrar en la habitación sintiendo un nudo en la garganta al verla tan vulnerable y frágil, Candela se esperaba lo peor.
La habitación estaba iluminada por una luz tenue que resaltaba la palidez de la piel de su abuela, cuya figura yacía encogida en la cama, rodeada de almohadas para brindarle algo de comodidad. Su abuela parecía más pequeña de lo habitual, con los ojos cerrados y una expresión de dolor en su rostro. El brillo de su cabello ahora apagado contrastaba con la palidez de su tez, y las arrugas en su frente hablaban de años de lucha y sacrificio. Candela sintió un nudo en el estómago al verla en ese estado y su corazón se encogió de tristeza al darse cuenta de lo frágil que era la vida y lo injusta que puede ser.
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𝐖𝐎𝐑𝐊 𝐒𝐎𝐍𝐆──𝙁𝙚𝙡𝙞𝙥𝙚 𝙊𝙩𝙖ñ𝙤
Fanfiction|𝐖𝐎𝐑𝐊 𝐒𝐎𝐍𝐆| «𝐂𝐮𝐚𝐧𝐝𝐨 𝐥𝐥𝐞𝐠𝐮𝐞 𝐦𝐢 𝐦𝐨𝐦𝐞𝐧𝐭𝐨. r𝐞𝐜𝐮é𝐬𝐭𝐚𝐭𝐞 𝐬𝐮𝐚𝐯𝐞𝐦𝐞𝐧𝐭𝐞 𝐞𝐧 𝐥𝐚 𝐭𝐢𝐞𝐫𝐫𝐚 𝐟𝐫í𝐚 𝐲 𝐨𝐬𝐜𝐮𝐫𝐚. 𝐍𝐢𝐧𝐠𝐮𝐧𝐚 𝐭𝐮𝐦𝐛𝐚 𝐩𝐮𝐞𝐝𝐞 𝐬𝐮𝐣𝐞𝐭𝐚𝐫 𝐦𝐢 𝐜𝐮𝐞𝐫𝐩𝐨. 𝐌𝐞 𝐚𝐫𝐫𝐚𝐬𝐭𝐫𝐚�...