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PIPE

EL ENTIERRO DE NANA ROSITA FUE DURANTE UN DÍA DE LLUVIA, como en las películas

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EL ENTIERRO DE NANA ROSITA FUE DURANTE UN DÍA DE LLUVIA, como en las películas.

Y las lágrimas de Candela, transparentes como cristales, reflejaban su inmenso sufrimiento, y Pipe se sintió impotente al no poder aliviar su dolor. El funeral fue una experiencia abrumadora. La atmósfera estaba cargada de tristeza y resignación, y el sonido de los sollozos y los murmullos apenas se mezclaba con el silencio abrumador que envolvía el lugar. El cielo gris y sombrío parecía reflejar el estado de ánimo de todos los presentes: Había amigos del matrimonio, alguna que otra amiga de Candela de su juventud e incluso algunos de los chicos se presentaron para mostrar sus condolencias.

Valentino, Fran, Massy, Blas, Matías, Juani...

Los que no se presentaron al funeral fueron los padres de Candela.

Ella intentaba fingir que le daba igual, pero la ira remplazaba al dolor y la chica aquel día experimentó una sensación de odio que Pipe pudo ver perfectamente en sus ojos.

—Se muere su madre y no viene a despedirse...—exclamó ella entre gimoteos a él cuando iban de regreso al coche para volver a casa con la cara fulminante refiriéndose a su madre—. Es la persona más inútil de este mundo.

—A lo mejor no se ha enterado—opinó él.

—Oh, créeme: Lo sabe.

Él apretó el cuerpo de Candela aún más al suyo en un abrazo para que caminara cerca de él y el paraguas que los protegía de la lluvia con una mueca de tristeza. 

Los días posteriores al funeral fueron los más duros para Candela y él tenía que estar a la altura.

Pero ella debía mantenerse fuerte por su abuelo, que había caído en un bucle de no querer salir de casa y de gruñirle incluso a su propia nieta.

Una noche, cuando los dos jóvenes  querían obligarlo a salir de la cama para cenar, Gabriel los echó literalmente a patadas y cerrándole la puerta en las narices.

—Necesita tiempo—animó Pipe a Candela posando su mano en su hombro.

A ella le tembló la barbilla como a un bebé antes de echarse a sus brazos.

—Todo va... mal...

Habían empezado a vivir en una espiral en la que Candela ayudaba a su abuelo y en la que él debía asegurarse de que ella seguía bien. Y Pipe estaba desesperado por verla sufrir tanto.

Juntos, enfrentaban el duelo día a día, encontrando consuelo en el calor de su compañía mutua y en los recuerdos de Nana Rosita. Pipe apenas acababa de conocerla, pero le había caído muy bien. Asíque dejaba que Candela le contara todas las historias que quería.

—Y una vez.... Me llevó al parque con seis años y se le olvidó que estaba allí y se fue a por un perrito caliente.

—¿Es joda, no?

𝐖𝐎𝐑𝐊 𝐒𝐎𝐍𝐆──𝙁𝙚𝙡𝙞𝙥𝙚 𝙊𝙩𝙖ñ𝙤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora