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CANDELA SE SENTÍA COMO SI ESTUVIERA EN UN MUNDO DIFERENTE DESDE SU PELEA CON PIPE Y LA REANUDACIÓN DE LAS GRABACIONES DE LA PELÍCULA. Antes, todo parecía más fluido, más fácil, pero ahora cada día era una lucha interna.
Las tensiones en el set eran palpables, y aunque trataba de mantener una actitud profesional, no podía evitar sentirse incómoda y distante.
Todo había cambiado en el set. No solamente ellos dos.
Juani parecía más triste que nunca, y aunque intentaba disimularlo, Candela podía ver a través de su sonrisa forzada y sus intentos de aparentar normalidad que no iba bien. Juani estaba claramente afectado por algo, y eso le pesaba a Candela. Una tarde, mientras ella maquillaba a Massy, le preguntó por el chico y la morocha suspiró apenada.
—Lo ha dejado con Maia—le confesó la chica, y volvieron a sumirse en silencio mientras ella hacía su trabajo.
Por alguna razón, todos parecían más crispados.
Ella sentía que estaban actuando como dos niños pequeños, pero cuando intentaba acercarse a Pipe todo se le venía abajo y su egocentrismo se erguía. Pero cada vez que entraba en el camerino y veía a Matías sentado en la silla esperando a que ella lo preparara para grabar, sentía una punzada de dolor en el corazón.
Debería ser Felipe quien estuviera ahí. Pero él ya no estaba, y Matías ocupaba su lugar.
Aunque sabía que no era culpa de Matías, no podía evitar sentirse incómoda y un poco resentida por la situación.
—Último día grabando en España... Joder. Me deprimí yo solo.
—Tranqui Fran. Aún tenemos que grabar algo más en Argentina—le consoló Massy—. Esto no se termina.
Candela escuchaba atolondrada la conversación de esos dos mientras revolvía su bol de ensalada durante el almuerzo. Comer con los chicos era lo único que no la aislaba por completo del grupo de los actores. Ella sabía que los chicos no eran tontos y que sabían que algo le pasaba con Pipe y viceversa, pero, simplemente, decidieron que era mejor no preguntarle porque la veían mal.
Sabia decisión.
—¿Crees que seguiremos siendo amigos cuando la película acabe?—le preguntó Massy con aspecto preocupado al rubio, a lo que él le dio un bofetón en la cara—. ¡Aaah, Fran! ¿Sos medio tonto o tenes mierda en el cerebro?
Entonces Fran la agarró por las mejillas y le apretó los cachetes.
—Massiell Arellanos: Vos y yo siempre, siempre, SIEMPRE vamos a ser amigos.
—¿Lo prometes?—balbuceó ella ya que Fran le apretaba tanto la cara que no podía casi ni hablar.
—Te. Lo. Juro.
Entonces los dos se fundieron en un abrazo dramatizado y Candela le echó un vistazo poco disimulado mientras comía para ocultar la sonrisa.
Sus ojos se posaron en Fran, y en ese momento, una chispa de entendimiento iluminó su mente. Observó cómo él la miraba an ella con una intensidad que le resultaba cálida y demasiado profunda para ser solo amigos. Era una mirada que trasciende las palabras, cargada de complicidad y conexión profunda.
Una mirada que revela todo lo que no se puede expresar con palabras, un vínculo que va más allá de lo físico.
En lo más profundo de su ser, Candela anhelaba encontrar una conexión tan profunda y auténtica con alguien de esa forma.
Entonces sus ojos se deslizaron hasta las puertas correderas y vio a Jimena con una libreta entre las manos.
—Felipe—lo llamó—. Vamos. Te toca maquillaje.
El chico, que estaba a un par de mesas de Massy, Fran y ella, se levantó con una sonrisa dirigida hacia la chica y Candela notó como le hervía la sangre. Sus miradas se encontraron cuando él pasaba por su mesa y ella tuvo la tentación de levantarse y pegarle un puñetazo.
Primero la acusaba por haber actuado a sus espaldas.
Y después el hijo de puta hacia exactamente lo mismo que ella, solo que al final, saliéndose con la suya.
Siempre hacían lo que él quería. Siempre.
Y el sentimiento de odio que había sentido al principio cuando se conocieron comenzó a renacer de sus cenizas y a carcomele las paredes del estómago, hasta que terminó trepándole por la garganta mientras se mordía el labio para no escupirle en la cara.
Lo odiaba.
Odiaba las sonrisas que le lanzaba burlándose de ella. Odiaba como siempre tenían que hacer lo que él quisiera. Odiaba que la llamara Zanahorias y que, después de la discusión, dejase de hacerlo. De alguna forma aquel apodo había trascendido y Candela sabía que cuando se lo puso al principio se lo decía para reírse de ella y no porque la odiara de verdad. Pero ahora sí que la odiaba de verdad. Y ella odiaba que él la odiara. Odiaba echar de menos el sonido de su risa. Odiaba que la hiciera enfadar con tanta facilidad. Odiaba ser tan contradictoria con sus sentimientos hacia él. Odiaba su horrorosa adicción al River. Odiaba no poder devolverle la camiseta que le había regalado.
Odiaba que fuera tan terco y tan impulsivo.
Odiaba tenerlo siempre en la cabeza (para bien y para mal)
Odiaba que la desconcentrara.
Odiaba su colonia y como se había acostumbrado a que sus sábanas olieran a él.
Odiaba saber que él estaba orgulloso de ella.
Odiaba recordar como él le vio las heridas que sus padres le hicieron.
Odiaba conectar todo lo bueno con él.
Odiaba conectar todo lo malo con él.
Lo odiaba. Lo odiaba. Lo odiaba. Lo odiaba...
Jamás se cansaría de decirlo.
Lo odiaba. Lo odiaba. Lo odiaba. Lo odiaba. Lo odiaba. Lo odiaba. Lo odiaba. Lo odiaba...
«Lo odio.»
Y sobretodo, odiaba no poder odiarlo del todo. Ni un poco. Nada. Lo odiaba por eso.
________________________ girls, este cap es muy pequeño PERO ES QUE LO QUE SE VIENE EL DOMINGO ES INDESCRIPTIBLE Y LO COMPENSA.
me ha quedado muy poético, ¿no?
me he sentido un poco como en la película "10 cosas que odio de ti" (inspo total)