En los vastos territorios de Mundo Elemento, donde los cielos se encendían con llamas danzantes y los valles resonaban con el rugido de las bestias aladas, vivía Anika Dragonste. Desde temprana edad, se sumergió en el arte ancestral de la doma de dr...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
𝔑𝔞𝔯𝔯𝔞𝔡𝔬𝔯 𝔬𝔪𝔫𝔦𝔰𝔠𝔦𝔢𝔫𝔱𝔢
En los albores del tiempo, cuando el mundo estaba en su infancia y los elementos mismos aún estaban en su nacimiento, un suceso extraordinario ocurrió en un terreno lejano y olvidado. En aquel lugar, emergió un bastón antiguo, portando consigo el poder de los cuatro elementos primordiales: aire, fuego, agua y tierra. A su alrededor, 36 personas fueron bendecidas con habilidades elementales, cada una marcada por la chispa de los colores Amarilla (Aire) Rojo (fuego) azul (Agua) Verde (Tierra). Sin embargo, entre estas habilidades, la llama del fuego era temida y respetada por su potencial destructivo. Los dragones, criaturas ancestrales ligadas exclusivamente a los maestros del fuego, crecieron junto a sus compañeros humanos, formando una unión inquebrantable que perduraría por siglos. Juntos, estos elegidos se alzaron sobre los cielos montados en los lomos de sus poderosos dragones, y fundaron una ciudad en la que los Dragonste, descendientes de los primeros maestros del fuego, eran la autoridad indiscutible. A medida que las eras pasaban, el mundo elemental florecía y se expandía, marcado por guerras y tratados que moldeaban la historia de su gente. Y así, en medio de la belleza y la violencia de su entorno, nació una sociedad en la que el equilibrio entre los elementos era la clave de su existencia. Cuando nace un niño en el elemento fuego, se le entrega un huevo de dragón para que crezcan juntos, forjando un vínculo inquebrantable que duraría toda la vida y más allá. Para interactuar con el mundo mortal, los habitantes del mundo elemental debían pasar a través de un portal místico que conectaba los dos mundos, un vínculo entre la magia de los elementos y la realidad del mundo humano.
𝔄𝔦𝔯𝔢
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
En los vastos cielos del mundo elemental, donde los vientos soplan libres y las nubes bailan al compás de la brisa, se encuentra el reino de los maestros del aire. Estos elegidos, marcados por la gracia y la ligereza de su elemento, han establecido su hogar en las alturas, construyendo ciudades flotantes que se elevan sobre las montañas y los valles, llamándose la ciudad Aérea.
Desde tiempos inmemoriales, los maestros del aire han sido conocidos por su espíritu aventurero y su amor por la exploración. Se desplazan a través de los cielos montados en majestuosas criaturas aladas, los grifos, que han sido sus compañeros desde los primeros días del mundo. Estos nobles seres, mitad águila y mitad león, son símbolos de la libertad y la sabiduría, y son reverenciados por su papel en la vida de los maestros del aire.
