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La infancia de Anika estaba impregnada de la magia y el misterio del Mundo Elemento. Desde temprana edad, mostró una conexión especial con los dragones, sintiendo su presencia de manera intuitiva y comprendiendo sus emociones más profundas.

— Mamá, ¿puedo ir a volar con Drogon hoy? —preguntó Anika, con los ojos brillantes de emoción.

— Por supuesto, cariño —respondió Katerin, sonriendo con ternura—. Recuerda ser siempre respetuosa y cuidadosa. Los dragones son poderosos, pero también son criaturas sensibles.

Con el apoyo y la guía de su madre, Anika se sumergió en el arte de la doma de dragones. Pasaba horas explorando los vastos territorios del Mundo Elemento, estudiando el comportamiento de estas majestuosas criaturas y aprendiendo a comunicarse con ellas a través de gestos y palabras susurradas.

— Hola, Drogon —saludó Anika con una sonrisa mientras se acercaba al imponente dragón rojo—. ¿Quieres ir a dar un vuelo?

Drogon respondió con un rugido profundo, batiendo sus alas con entusiasmo mientras se preparaba para despegar. Anika se subió a su lomo con habilidad y juntos se elevaron en el cielo, sintiendo el viento acariciar sus rostros y la libertad que solo un vuelo en dragón podía ofrecer.

A pesar de su corta edad, Anika demostró una habilidad excepcional para entender y ganarse la confianza de los dragones. Su corazón valiente y su espíritu intrépido la llevaron a enfrentarse a desafíos que otros considerarían imposibles, fortaleciendo así su vínculo con estas poderosas bestias aladas.

— ¡Mira, Rhaegal! —exclamó Anika, señalando hacia una nube en forma de dragón—. Parece que el cielo te está saludando hoy.

Rhaegal emitió un gruñido suave en respuesta, girando elegantemente en el aire para seguir el rastro de la nube. Anika sonrió, sintiéndose agradecida por la compañía de sus fieles amigos alados.

Mientras tanto, en Ciudad Llamas, una ciudad situada en las profundidades del Mundo Elemento, un grupo de magos y brujas del Mundo Mágico se reunían para discutir la leyenda de Anika, la joven domadora de dragones.

— ¿Has oído hablar de Anika Dragonste? —preguntó un mago anciano, con asombro en su voz—. Dicen que es la domadora de dragones más joven y talentosa de la historia.

— Es increíble que una niña tan joven pueda tener tal conexión con esas criaturas majestuosas —respondió una bruja, con admiración en sus ojos—. Deberíamos ir a verla y aprender de su sabiduría.

En el mundo mágico, la noticia de Anika y sus habilidades extraordinarias comenzó a circular, despertando la curiosidad y el interés de muchos. Los magos y brujas, ansiosos por presenciar la magia del Mundo Elemento, se aventuraron a Ciudad Llamas en busca de la joven domadora de dragones.

Para Anika, la doma de dragones no era solo una habilidad, sino una pasión que definía su identidad y su propósito. Cada vuelo con sus compañeros alados era una aventura emocionante y una lección de humildad y respeto hacia la naturaleza.

Cuando llegó el momento de recibir su carta de Hogwarts, Anika estaba lista para enfrentar un nuevo desafío: combinar su dominio de los dragones con la magia enseñada en la prestigiosa escuela de magia y hechicería.

Casa Dragonste

Casa Dragonste

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𝔐𝔦 𝔠𝔥𝔦𝔠𝔞 𝔣𝔲𝔢𝔤𝔬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora