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Alguien llana a la puerta de mi casa. No me da tiempo a llegar antes que mi madre.
-¡Tristán!¡Qué alegría verte!- Exclama mi madre desde la planta baja. Los padres de Tristán tiene yo no sé cuántos negocios y empresas por todo el país. Como si a alguien le interesase una empresa andaluza en Cataluña. En resumen, Tristán y su familia tienen el doble de dinero que mis padres así que ahí están, adorando a su estúpido hijo.
Bajo las escaleras corriendo antes de que mi madre pronuncie otra palabra más y salgo de mi casa junto a Tristán.
-Te ves bien hoy.- Me dice Tristán. Llevo la misma ropa que la que usé en clase esta mañana. Qué poco original y que seco...
No se me pasa por la cabeza ni agradecer el "cumplido".
Llegamos a la biblioteca y nos sentamos en una mesa un poco apartada.
-Dime, ¿qué no entiendes?- Le pregunto a Tristán directamente.
-Pensé que podríamos hacer las tareas juntos y resolver las dudas mutuamente...- Insinúa él y me acuerdo de que, efectivamente, no he hecho la tarea.- No nos tomará mucho tiempo.- Añade él subiendo la manga de su camisa para "mirar la hora", básicamente para mostrarme su nuevo reloj Rolex. Qué disimulado.
-Está bien.- Digo yo sin otra opción.
Comenzamos a hacer todos los ejercicios de matemáticas, química, etc, y nos tiramos así una media hora. En silencio. Soy una mujer de pocas palabras.
-Oye... te quería preguntar algo.- Me dice Tristán interrumpiendo mi adorado silencio.
-¿Qué pasa?- Pregunto yo mirando la ecuación frente a mí.
-A ver, he estado pensando y creo que eres una buena candidata para salir conmigo.- Se me hiela la sangre más de lo común. ¿Qué dice este niño ahora?.- Tienes dinero, inteligencia y belleza. Haríamos buena pareja.- Insinúa él.
-A ver, a ver, a ver...¿a dónde quieres llegar?- Pregunto sin rodeos.
-Quiero que salgas conmigo. Piénsalo, soy tu mejor opción.- Me dice él con su narcisismo puro.
Tengo este sentimiento del que te abruma tanto que no puedes ni gritar, ni enfadarte, ni reaccionar. Solo puedo murmurar un.- Lo pensaré. Ahora tengo que irme.
Recojo mis cosas a toda velocidad y me marcho a casa en autobús. La cabeza me da vuelta. Tristán es la última persona en el mundo a la que le diría que sí. Dios santo.
Cuando llego a mi casa mi madre me recibe.
-¿Qué tal te ha ido con tu amiguito?- Me pregunta con una sonrisa cómplice. Ni se la devuelvo ni lo intento. No le voy a decir nada.
-Bien
-¿Sabes? Ese chico me cae muy bien. Es encantador.- Dice mi madre. Lo que le cae bien es su dinero.
Subo a mi habitación corriendo y me encierro allí, otra vez. Tristán es un diez; y una regla escrita por Jane Austen en Persuasión es:" No confíes en un diez". No me fío. Ha sido la declaración más simple y franca que he escuchado en mi vida.
No sé por qué mi mente está evitando a toda costa pensar en Zoe. Es como si la evitara. Como si evitara una gran tentación.
...
Han pasado dos días desde que dije que me lo pensaría. No he hablado con Tristán. No he hablado con Zoe. Estamos a miércoles. Tercera hora. Matemáticas. La profesora está entregando los exámenes que hicimos ayer. Tenía el tema fresco en mi mente tras el repaso del día anterior con Tristán. Nunca le dedico mucho tiempo a los estudios.
Tomo mi examen y lo observo detenidamente. He sacado un 10. He pasado del 8 al 10 en una simple hora de repaso junto a Tristán.
-Felicidades Cora. Has mejorado notoriamente. Sigue así.- Me dice la profesora
Que siga así... ¿Así cómo?¿Que siga teniendo citas con Tristán porque aumenta mi rendimiento académico? Ahora que lo pienso no es tan descabellado. Es medianamente guapo, listo y muy rico. Todo lo que habría querido mi yo de hace 3 años...¿Sigo siendo esa misma? Él está a mi nivel...
Cuando llega el recreo me acerco a la mesa de Tristán y su grupito de pijos.
-Lo he pensado. Está bien. Saldré contigo.- Le suelto directamente frente a sus amigos que nos miran confundidos.
-Perfecto. Te pasaré a recoger el viernes a las 8.- Me dice. Asiento y me alejo. Rave me va a matar... Pero eso no es lo importante.
