𝐄𝐩𝐢𝐥𝐨𝐠𝐨

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Me asomo a la ventana del nuevo apartamento

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Me asomo a la ventana del nuevo apartamento. La brisa del Mediterráneo me golpea el rostro. Al fin puedo respirar. El asma se ha acabado. La depresión se ha acabado. El dolor se ha acabado.

Solo existe la calma. La calma de un 21 de marzo. Ya ha comenzado la primavera y se siente en el aire. Es tan liberador.

-Coraline, venga. Vamos a llegar tarde.

La voz de Rave me saca de mi trance. Le doy un último vistazo al paisaje y nos vamos paseando. Ya no corro. Ya no huyo. Todo eso se ha acabado. No volveré a huir de nada más.

Rave y yo andamos por unas cuantas calles hasta llegar a nuestro destino.

Universitat de València

-Qué suerte tienes. A ti solo te toca ver pececitos.-   Murmura Rave con una risita.

-Con suerte yo me pasaré toda la vida de barco en barco y buceando por ahí y a ti te tocará quedarte aquí estudiando para qué usar el Bromo.-   La sonrisa me dura poco. Su hermano. Bromo. Zoe.

¿Qué habrá sido de ella?¿Habrá conseguido seguir adelante? 

Con esa pregunta en mente cierro los ojos y respiro hondo. La brisa primaveral me acaricia las mejillas. Caricias tan suaves como las suyas.

Doy un paso adelante. Y luego otro. Y otro.

Rave me sigue.

Y me dirijo a conocer mi nueva Universidad. Mi nueva vida.

Sin mis padres. Solo Rave y yo. Rave es ahora mi verdadera familia. Él, su madre y sus tíos, que han sido muy acogedores con nosotros.

Hasta pronto, Zoe Campos.

Hasta pronto, Zoe Campos

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