𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟐𝟓

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Cuando vuelvo a entrar a  la casa de Zoe la veo

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Cuando vuelvo a entrar a  la casa de Zoe la veo. Está despierta, haciendo el desayuno.

-Me tenías preocupada...¿Dónde estabas?-  Me pregunta ella con una sonrisa tranquila. Aún tengo los ojos un poco rojos de llorar pero no me importa. Me acerco a ella con rapidez y la abrazo con una oculta desesperación.

-Estaba dando un paseo...- Le respondo envolviendo mis brazos en su torso. Ella posiblemente lo sienta como un abrazo común...Pero para mí será uno de los últimos.

-¿Te importaría pillarte mañana y pasado libres? Quiero tenerte en casa estos primeros días...

Le miento. Le estoy mintiendo. Miento muy poco porque se me da muy mal. Pero esto es necesario. Tal vez no vuelva a verla después de estos días, quiero aprovecharlos lo máximo posible.

-Claro, lo intentaré.

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Por la tarde nos vamos a pasear por la calle Larios. Amo este sitio... Estamos pasando frente todas las tiendas cuando noto que Zoe se detiene en un escaparate. Siempre la noto. Siempre siento si está o no junto a mí.

Me acerco y la veo embobada con un hermoso anillo de oro con un corazón de rubí en el centro.

-Nunca había visto un anillo tan bonito.-  Dice ella alegremente y me fijo en el precio. 200 euros.

Sin dejarle que diga nada más entro con pasos firmes a la joyería. La dependienta no tarda en acercarse a mí con una sonrisa y Zoe me sigue adentro.

-Buenos días, señorita. ¿En qué puedo ayudarla?

-Quiero que me saque el anillo con el corazón de rubí del escaparate, por favor.

Los ojos de Zoe se abren como platos e intenta decirme que no con la cabeza pero no la escucho. La dependienta trae el anillo corriendo.

-Pruébatelo, mi amor.-  Le digo a Zoe con seguridad.

-Cora...es muy caro... No tengo suficiente para comprarlo.-  Me reprocha ella.

-¿Quién ha dicho que lo vayas a pagar tú? Pruébatelo.

A regañadientes accede y se pone el anillo en el dedo corazón. Le encaja perfectamente.

-Muy bien. Lo quiero.-  Digo yo y Zoe se quita el anillo cuidadosamente.

-Cariño...no creo que tengas que comprarme nada. No he hecho nada para merecerlo.-  Insiste ella tímidamente. No, no es ninguna fecha especial. Pero ya me siento como una bastarda a pensar en lo que le haré en dos días. No me siento mejor comprándole cosas. No lo compensa ni lo compensará. Pero me ayuda a mantenerme distraída. Me ayuda a hacer que las voces en mi cabeza se callen.

-Insisto, y no aceptaré un no por respuesta.

Le entrego el dinero a la dependienta y salimos de la tienda. Rápidamente le doy la bolsa del anillo a Zoe.

-Deberías quedártelo tú. Es demasiado caro como para aceptarlo

-A mí no me gustan los anillos, mi amor. Me entra ansiedad pensar que se atascan o algo así.-  Le respondo yo mientras caminamos por la calle.

-Apuntado. Cuando te proponga matrimonio te entregaré un collar.-  Responde ella y no puedo evitar dejar caer una lágrima. No sabe cuánto me quema que diga eso cuando en dos días no volveremos a vernos.

-Cariño...¿Por qué lloras?-  Me pregunta Zoe corriendo a darme un abrazo que acepto inmediatamente.

-Nada...  Me he puesto un poco emotiva, no pasa nada.-  Le respondo yo y me obligo amparar las lágrimas. Qué dolor más grande...

Me pregunto si así se sintió Rave cuando me traicionó. Aún no sé si puedo odiarle del todo. No sin conocer su versión de los  hechos.

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Al llegar a casa de Zoe corro a darme una ducha. Me encanta oler a sus jabones, sus cremas y su perfume. Huele a vainilla esta mujer...

Al salir envuelta en la toalla Zoe se me queda mirando furtivamente.

-¿Puedo ponerme una camiseta tuya?-  Le pregunto yo. Tengo un montón de ropa pero si puedo sentirme más suya estos días lo haré. Llevo descontando cada hora. Cada minuto. Cada segundo...

-Mejor quédate así.-  Me responde ella con una sonrisa un poco más pícara de lo normal.

-Hace frío...-  Me quejo yo agarrando los bordes de la toalla para que no se caigan.

Zoe se acerca a mí como un verdadero león a su presa y me acaricia el cabello mojado con cuidado. Me observa fijamente a los ojos. Su verde mirada y sus grandes pupilas parecen decirme algo que solo mi corazón entiende.

Me acerco más y la beso profundamente. Como si pudiese guardar ese beso para siempre. Como si necesitase memorizar cada parte de sus labios. Ella hace lo mismo agarrándome de la cintura y acercándome todo lo posible a su cuerpo.

Ahora me da verguenza decirle que soy más virgen que el aceite. De todas formas creo que lo sabe. Creo que lo intuye como con todo. Lo intuye igual que yo intuyo que ha hecho esto más veces.

Pero quiero que sea ella. Quiero que sea ella mi primera vez. Quiero esto. Ella es la única persona de la que nunca me arrepentiría de esto. Y si realmente tengo que huir para no verla de nuevo huiré habiendo probado cada centímetro de su piel y viceversa.

Porque sé que cuando lo recuerde lo recordaré con amor, nostalgia, o incluso tristeza. Pero nunca me arrepentiré.

Comienzo a sentir sus besos bajar por mi cuello y realmente deseo guardar este momento. Deseo que sus besos se me graben en la piel como tatuajes.

Deseo tanto que esto dure para siempre...  

FríaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora