𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟏𝟖

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Me despierto un lunes a las 7 de la mañana para ir al instituto. No quiero. Me pasé todo el domingo encerrada en mi habitación dibujando. Dibujando a Zoe. Una...y otra...y otra vez.

Mi habitación está oscura, el sol todavía no ha salido y la pintura gris de las paredes lo oscurecen y entristecen mucho más. El ramo de lavandas de Zoe está en la mesa frente a mí, en un jarrón azul. Me mira fijamente y me recuerda lo miserable que soy. Me está destrozando...

Me tiro unos buenos minutos debatiendo entre ir o hacerme la enferma y seguir pudriéndome aquí dentro pero finalmente voy. Me veo obligada a enfrentar todo esto de cara.

Al llegar al instituto Rave y Elena no dejan de pedirme explicaciones de todo...finalmente cuento lo sucedido brevemente. Cada vez que lo recuerdo comienzo a llorar, a mares, a océanos. Hasta ahogarme en mis propias lágrimas. Y mi orgullo no me permitirá llorar frente a nadie. 

Durante la mañana entregan varias notas de exámenes. He mejorado notoriamente. Mi rendimiento académico va hacia arriba, qué contradictorio suena que cuanto mejor me va en el instituto peor está mi estabilidad emocional. Más crece mi depresión. Más deseo simplemente no haber nacido. Cuando me explicaron que estamos hechos de un 70% de agua nunca pensé que sería por la gran cantidad de mares y océanos de sentimientos en los que se ahoga mi corazón. Sentir es una maldición. Y no sentir también lo sería.

Ahora me encuentro en una mesa en la cafetería pasando de las conversaciones de mis amigos mientras pelo una manzana con un pequeño cuchillo de plástico.

-¿Qué te pasa hoy, Coraline?-  Me pregunta Leo. Pobre. Él no está enterado de nada.

-No me va bien.-  Respondo yo y Elena y Rave se quedan callados.

-No creo que sea solo eso. Estabas muy feliz antes del finde.

-¡Pues ya no lo estoy!-  Respondo yo de mala leche.

-¡¿Por qué?!-  Insiste él.

-¡Porque me he enamorado de una tía que no me conviene!¡Y no he podido decírselo porque recién descubro lo que significa amar!-  Le grito yo. Suerte que hay tanto ruido en la cafetería que nadie se entera. Siento molestia en mi pulgar. Me he cortado. Me he cortado con un puto cuchillo de plástico. Esto no va bien... 

Leo me mira estupefacto. Elena y Rave se mantienen callados. Leo se levanta y me abraza. Es la primera vez que lo hace... Yo rompo a llorar en silencio.

-Se solucionará, Coraline...-  Me dice Elena.

-Aquí lo que está claro es que o vas a buscarla y le dices lo que sientes o vas a vivir así toda tu vida. Es tu elección Coraline, y no te irá mejor porque llores y te arrepientas en silencio.-  Me dice Rave con severidad. Tiene razón. Como en todo.

Unos minutos después escucho a Tristán hablar con sus amigos

-¿Estás saliendo con Coraline Narvaez?-  Le pregunta uno de sus amigos. Él asiente con su cabeza.

-¿Y qué tal? Me han dicho que tiene unos melones...-  Dice otro. No estoy para comentarios así. Pero sí que estoy para repartir unos buenos puñetazos.

-Qué va... Es más fría que un cubito de hielo. Ni siquiera nos hemos liado. La única razón por la que no la dejo es porque damos una imagen perfecta.-  Responde él. Debería dolerme lo que ha dicho de mi. Debería sentirme herida por descubrir que mi novio no me ama. Pero no es así.

No siento nada... Nada de nada.

Comienzo a caminar hasta su mesa.

-Hemos terminado.-  Le digo directamente frente a todos sus amigos.

-¿Por qué?-  Pregunta él con confusión. Es muy curioso como aún habiendo dicho todo eso sobre mí no entienda por qué contraataco.

-Porque no eres lo suficientemente aceptable como para salir conmigo.-  Respondo yo con frialdad y me dirijo al que ha dicho ese comentario sobre mis pechos antes.

-Por cierto, tú. Los melones esos que dices que tengo son un gran ejemplo de lo que no llegarás a tocar en tu vida. Que eres más feo que un pez borron fuera del agua.-  Le digo yo. Ya me estaba tocando demasiado los cojones y el horno no está para bollos.

Para completar y desahogarme bien le echo la botella de agua en la cabeza.

-Para que mejores tu aspecto, guapo.-  Le digo y me marcho a paso firme.

Estaba muy enfadada por muchas cosas y me ha tocado desahogarme con el primero que ha tenido los huevos de decirme la más mínima palabra.

Vuelvo a mi mesa y me planto frente a Rave.

-Asegúrate de tener gasolina porque el sábado estamos en Málaga.-   Él asiente. Soy la líder y normalmente lo que digo va a misa.

Voy a volver a por ti, Zoe. Y no me iré hasta que me escuches.

FríaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora