𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟐𝟒

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Me levanto más temprano, otro día más abrazada a Zoe

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Me levanto más temprano, otro día más abrazada a Zoe. Se ha convertido en algo casual. Hoy se supone que mis padres se van de vacaciones a París. Lo he superado...y no me han descubierto...

Salgo cuidadosamente de la cama de Zoe y voy a la cocina sin despertarla. Hoy quiero intentar hacer el desayuno yo. Estoy sacando unos churros de la bolsa para que se descongelen cuando escucho que alguien llama a la puerta. Seguro que es Bromo o Hernán. Al abrir todo mi cuerpo se congela de miedo. No soy alguien que se asuste tan fácilmente.

Veo a mi abuela parada frente a mí con una mirada seria. Podría auto-engañarme con que puede que me ayude pero sé que esta mujer en particular no lo hará.

-Coraline... ¿Qué te parece si damos un paseo?-  Me dice con una escalofriante tranquilidad y yo asiento lenta y temblorosamente. 

Salgo con el pijama debajo de un enorme abrigo  blanco y descalza. Mi abuela me lleva a pasear por la orilla de la playa. Está todo demasiado tranquilo. A las 8 de la mañana no hay nadie despierto y menos en la playa. Caminamos lentamente sin decir nada hasta que mi abuela habla.

-Tú madre ya lo sabe. Todo. ¿A que no adivinas quién se lo dijo?-  Me dice ella. 

𝘙𝘢𝘷𝘦.

𝘕𝘰.

𝘕𝘰 𝘴𝘦𝘳𝘪𝘢 𝘤𝘢𝘱𝘢𝘻...

-Sí, querida. Rave. Le dio hasta el último detalle y algo que me resulta muy curioso.

Una lágrima cae por mi mejilla izquierda. Y no la limpio.

¿Así de terrible se siente la traición?

 ¿Así de terrible se siente perder a tu otra mitad?

Alguna razón tuvo que tener para hacerlo. Lo chantajearon. Le amenazaron. O...simplemente me vendió...

-Resulta que tu...novia trabaja para tu abuelo y para mí.

Dejo de caminar. El aire de la mañana de Marzo es tan frío como el de Enero. Estoy helada y no es por el tiempo.

-Tus padres y yo te proponemos algo. Si vuelves, dejaremos a esa chica en paz pero si decides quedarte... La despediré del único trabajo que la mantiene con vida.

Siento como mis piernas tiemblan y flaquean.

-Es tu decisión, querida. Puedes ser la niñata egoísta que eres y arruinar la vida tu novia, porque sin trabajo, no sobreviviréis ni con tu dinero, o puedes hacer las cosas bien y volver a casa. Y así tu novia estará segura como siempre.

Cada palabra me duele más que la anterior. No puedo hacer nada más que quedarme quieta, con la mirada perdida, como un robot.

-Tienes tres días para decidirlo o despediremos a tu novia y haremos que no puedan contratarla en ninguna empresa de barcos del país.

Y con eso se marcha. Me deja ahí. Y cuando está lo suficientemente lejos me derrumbo. Caigo de rodillas sobre la fría arena y comienzo a llorar desesperadamente. Fue mi culpa. Todo fue mi culpa. 

Yo me acerqué a ella. Yo volví a por ella. Yo me escapé con ella. Yo la he metido en esto y yo tengo que solucionarlo.

𝘊𝘢𝘳𝘨𝘢𝘳𝘦́ 𝘤𝘰𝘯 𝘭𝘢 𝘤𝘶𝘭𝘱𝘢 𝘱𝘢𝘳𝘢 𝘲𝘶𝘦 𝘦𝘭𝘭𝘢 𝘯𝘰 𝘵𝘦𝘯𝘨𝘢 𝘲𝘶𝘦 𝘩𝘢𝘤𝘦𝘳𝘭𝘰.

Dentro de tres días volveré a casa. Pero no voy a decirle nada. Porque si lo hago le dolerá más.

Sé cuánto duele la impotencia. La impotencia de tener la felicidad en tus manos y no poder tomarla. Disfrutaré de esto dos días más y luego romperé con ella. Le diré que ya no la amo. 

Haré que me odie para que no pueda culparse por nada. Haré que me culpe a mí para que no tenga que hacerlo ella. Tengo miedo de que pueda llegar a odiarse a sí misma tanto como para volver a cortarse. Yo lo soportaré.

𝘠𝘰 𝘤𝘢𝘳𝘨𝘢𝘳𝘦́ 𝘤𝘰𝘯 𝘭𝘢 𝘤𝘶𝘭𝘱𝘢 𝘱𝘢𝘳𝘢 𝘲𝘶𝘦 𝘦𝘭𝘭𝘢 𝘯𝘰 𝘵𝘦𝘯𝘨𝘢 𝘲𝘶𝘦 𝘩𝘢𝘤𝘦𝘳𝘭𝘰.

𝘠𝘰 𝘭𝘰 𝘴𝘰𝘱𝘰𝘳𝘵𝘢𝘳𝘦́ 𝘵𝘰𝘥𝘰 𝘱𝘢𝘳𝘢 𝘲𝘶𝘦 𝘦𝘭𝘭𝘢 𝘯𝘰 𝘵𝘦𝘯𝘨𝘢 𝘲𝘶𝘦 𝘩𝘢𝘤𝘦𝘳𝘭𝘰.  

FríaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora