Zoe y yo subimos las escaleras corriendo. Me niego a pasar la noche hablando con los socios de la empresa de mis padres porque se empeñan en que la herede.
Tomo a Zoe de la mano con fuerza y corremos por la segunda planta mientras reímos. Aunque llevo guantes puedo sentir el suave tacto de Zoe. Es sorprendente que sus manos sean así de suaves a pesar de su trabajo. Está impresionante hoy. Lleva un traje azul oscuro sobre una camisa beige con los primeros botones abiertos. Sus ondas castañas caen salvajemente por sus hombros y su alta figura es realmente imponente, no la recordaba tan alta ni a mí tan baja. Su mirada me hipnotiza de una manera que no puedo explicar.
Desde la segunda planta observo la gran sala de la primera llena de gente y puedo vislumbrar a Tristán junto a sus amigos. Hemos hablado poco hoy. Nos gusta ignorarnos mutuamente.
Llevo a Zoe a mi habitación y cierro la puerta tras nosotras. Dejo el precioso ramo de lavandas sobre la mesa para acordarme de buscarle un jarrón.
-¿Esta es tú habitación?- Pregunta ella muy impresionada, no la juzgo. Mi habitación es bastante grande.
Está diseñada para que contenga todo lo necesario: una gran cama, un vestidor, un tocador, y un rincón biblioteca para leer. Además de tener grandes ventanas. Todo en tonos grises y muy ordenado, como me gusta.
Zoe se sienta en el borde de mi cama muy cuidadosamente, como si sintiera que su presencia ensucia el lugar. Yo me siento a su lado.
-¿Te gusta? Tenía muchas ganas de que la vieras.
-Es preciosa...como tú.- Me dice y veo un atisbo de coqueteo en su sonrisa y forma de hablar. Me sonrojo un poco.
-No quería pasarme la noche dando sonrisas falsas. Perdona si te he interrumpido el baile.- Le digo yo tratando de cambiar de tema. Se me da súper mal coquetear. Además, ¿por qué debería hacerlo? Es tu amiga, Coraline. Es tu amiga.
-No te preocupes. No me importa. Me han caído muy bien tus amigos pero aquí se está más tranquilo.- Me responde ella tranquilamente.
-Sí, estás fiestas pueden abrumar mucho...- Digo yo con sinceridad.
-En mi casa era totalmente diferente. Allí cada uno hacía lo que quería. Ahora que vivo sola casi no estoy en casa por el trabajo.- Me dice ella con una sonrisa.
-Seguro que erais muy felices aunque no tuvieseis dinero. A veces me gustaría sentir que tengo una familia real.- Le digo yo. Estoy abriéndome con ella bastante
-Cuando murió mi madre fue muy duro para todos, pero juntos conseguimos seguir adelante. Ahora estamos mucho mejor que entonces. Pero no creo que tu familia sea tan mala. Parecen buenas personas.
-Ya te lo dije. Son unos materialistas. Siento como si fuera una familia de plástico. Que solo sirve para esta en una vitrina por lo perfecta que parece.- Respondo yo.
-Es que tú pareces perfecta. Con ese cabello tan brillante y esos ojos tan bonitos...- Me dice Zoe. No sé qué responder. Solo puedo sonrojarme aún más y cambiar el tema.
-Dime...¿tienes alguna mascota?- Le pregunto y la veo...desilusionada.
-Sí... Oye, ¿te incomodan mis cumplidos? Si es así dímelo y me detendré.- Me dice ella muy directamente.
-No me incomodan... No sé qué responder... No se me dan bien estas conversaciones, lo siento.- Le respondo y veo una sonrisa seductora en esos carnosos y deseables labios. Me mira intensamente, como un león a su presa. Me pongo nerviosa.
-No tenemos que hablar...- Me susurra y antes de que pueda decir algo toma mis mejillas y me besa profundamente.
Siempre pensé que no daría mi primer beso. Normalmente no se me acercaban ni las moscas. Mi personalidad no era la más atractiva para los chicos. Nunca se me pasó por la cabeza que mi primer beso sería con una chica. No, corrijo, una mujer.
Pero aquí está. Zoe Campos. Besándome como si necesitase de mis labios para respirar. Antes de que se aleje le devuelvo el beso con la misma ansia. Sus labios son tan deliciosos como me imaginaba y saben a canela. Espero que los míos le sepan bien también. Creo que sí porque tan rápido como le devuelvo el beso sus manos van a mi cintura. La toma y la aprieta suavemente.
Tampoco pensé que me liaría con ella por primera vez.
Ella agarra mi cintura y yo acaricio su suave cabello. No quiero que esto termine...
Tristán.
Joder.
Tengo novio.
Una oleada de culpa y preocupación me invade y me obligo a alejarme de Zoe. Ella me observa fijamente tratando de identificar por qué me he detenido.
-Yo...no puedo.- Murmuro muy bajo. Me cuesta decirlo. Porque no quiero hacerlo. No quiero alejarme de ella. Siempre me toca a mí huir de todo.
Ella se queda en silencio. No puedo determinar lo que siente. No mueve ni un músculo. Nada. Cero reacción. Está destrozada. Se merece una explicación.
-Tengo novio... Estoy confundida.- Le digo yo.
-¿Novio?¿Cual?¿El que no me has presentado por miedo o con el que simplemente no has hablado en toda la noche?- Me dice ella. Está enfadada, triste, confundida. Lo he jodido todo. Pero me gusta Tristán...¿no? Pero todo lo que ha dicho es verdad. Ni siquiera me he detenido a mirarle.
-Si no te gusto, dímelo. Rómpeme el corazón. Pero no me mientas.- Me dice ella. Quiero llorar.
-No te miento, no sé qué pasa entre mi novio y yo. Estoy muy confundida, Zoe. Creo que me gusta.
-Si te gustase no habrías devuelto el beso.- Insiste ella. Tiene razón. Todo me da vueltas.
Zoe me observa detenidamente notando mi grave confusión.
-No me estás mintiendo, Coraline. Te estás mintiendo a ti misma.- Me dice ella. Me está llamando por mi nombre otra vez. No...
Zoe se levanta y sale de la habitación. Ninguno de mis músculos intenta impedírselo. Por mucho que lo desee, no se solucionará nada si se queda.
Permanezco sentada en mi cama. Inmóvil. Las lágrimas comienzan a caer por mis ojos. Se ha ido. No sé si volveré a verla. Todo ha sido mi culpa. Por no saber distinguir el verdadero amor de la conveniencia.
Justo como dijo Rave. Justo como me advirtió Rave.
Lo último que recuerdo es dormirme así. Destapada, peinada y con el maquillaje corrido por las lágrimas.
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Fría
Roman d'amour𝘊𝘰𝘳𝘢 𝘷𝘪𝘷𝘦 𝘢𝘣𝘳𝘶𝘮𝘢𝘥𝘢 𝘺 𝘴𝘰𝘣𝘳𝘦𝘷𝘪𝘷𝘦 𝘢 𝘣𝘢𝘴𝘦 𝘥𝘦 𝘪𝘭𝘶𝘴𝘪𝘰𝘯𝘦𝘴. 𝘡𝘰𝘦 𝘷𝘪𝘷𝘦 𝘱𝘦𝘳𝘥𝘪𝘥𝘢 𝘺 𝘴𝘰𝘣𝘳𝘦𝘷𝘪𝘷𝘦 𝘵𝘳𝘢𝘣𝘢𝘫𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘥𝘶𝘳𝘰 𝘥𝘪𝘢 𝘢 𝘥𝘪𝘢. ¿𝘘𝘶𝘦́ 𝘱𝘢𝘴𝘢𝘳𝘢́ 𝘤𝘶𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘥𝘰𝘴 𝘢𝘭𝘮𝘢𝘴...