Se quedaron a dormir en casa de Keira esa noche. Su madre Vanesa era con diferencia la más tolerante de sus madres. Pero las esperó despierta acomodada en el sofá del salón con una taza de té y una de sus novelas favoritas. El reloj marcaba casi las cuatro de la mañana cuando cruzaron el umbral del apartamento.
-A juzgar por vuestras caras, lo habéis pasado bien -intuyó Vanesa dejando el libro en la mesita baja del salón.
-Yo diría que algunas lo han pasado mejor que bien -comentó Karen sentándose en el sofá junto a Vanesa mientras le dedicaba una significativa mirada a Keira. Esta se limitó a bufar por lo bajo mientras tomaba una botella de agua de la nevera.
Se habían despedido de los chicos con la promesa de volver a salir en otra ocasión. Aunque Sergio se había mostrado especialmente interesado en ver de nuevo a Keira y le había preguntado qué tipo de plan prefería para el próximo día.
-Tal vez unos bolos y unas partidas de billar te resulten más atractivos -había sugerido Sergio esperanzado logrando que Keira asintiese con una media sonrisa.
-¿Y cómo habéis llegado a casa? -Inquirió Vanesa tomando un sorbo de té.
-Nos ha recogido Leo, el hermano mayor de Dennis -explicó Keira acomodándose en el sofá junto a las demás.
Elena apretó los labios recordando la tensión que había recorrido su cuerpo cuando Dennis les dijo que Leo venía a recogerlos. No tenía nada en contra de él, pero después del ridículo que había hecho en su casa, esperaba no tener que volver a toparse con él en su vida. Por suerte, Leo ni siquiera se había molestado en saludarlas cuando se montaron en el coche. Únicamente les había dicho que se abrocharan el cinturón cuando pasaron por un control de alcoholemia. Elena estaba bastante segura de que Leo no la había reconocido. Ni falta que hacía.
-Menos mal que Esteban se quedaba en casa de Sergio -explicó Karen-. Si no, habríamos tenido que ir apretujados en la parte de atrás.
-Cierto -dijo Keira mirando a Karen-, habría tenido que soportar tu culo en mi regazo todo el camino.
Karen se apartó el cabello con coquetería.
-Mi querida Keira, ya sé que te resulta difícil apartar los ojos de mis nalgas. Pero, por favor, no me gustaría que nuestra amistad se viera corrompida por la envidia.
Todas soltaron una carcajada que hizo retumbar las paredes y provocaron los gritos del vecino de arriba. Tuvieron que morderse los labios para no volver a reír.
-¿Se puede saber qué os pasa? -Dijo una voz masculina entrando en el salón.
Aarón, el hermano de Keira, pertenecía a ese reducido grupo de adolescentes que amaban la vida diurna, y que sentían un poderoso magnetismo por su cama cuando daban las once de la noche. Aun así, allí parado restregándose una mano por la cara, era la viva imagen de un joven con resaca. Con el cabello alborotado a la altura de los pómulos, su delgada figura y los ojos algo rojizos por el sueño. De seguro había pasado horas frente al ordenador antes de acostarse.
-Ya sabes lo divertidas que somos -dijo Karen haciéndole bufar-. Además, Aarón, deberías ser más amable con las invitadas.
-¿Cómo no? Y vosotras podríais ser más consideradas con los vecinos.
-Anda ya, es sábado -espetó Keira rodando los ojos-. Es de los pocos días que deberíamos poder hacer ruido hasta las tantas.
Aarón miró a su hermana con mal humor y fue a la despensa para agarrar un paquete de galletas con chocolate.
-En fin, os agradecería enormemente que bajarais vuestras voces a un tono moderado por amor a la vecindad y los jóvenes trabajadores.
-Buena suerte -dijo Keira a sus espaldas mientras este regresaba a su habitación.

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¡Que el Karma me proteja!
RomanceElena pensaba que su último año de instituto sería tan rutinario como los anteriores, pero un encuentro accidentado con Dennis, un chico arrogante y encantador, cambia su mundo. Decidida a no dejarse intimidar por sus aires de seductor, Elena urde u...