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Decir que Elena estaba eufórica, era quedarse corto. Aquella noche, tras otro par de besos y varios abrazos, había regresado a su casa con una alegría tan inusual que apenas pudo dormir. Sin embargo, a la mañana siguiente, se despertó una hora antes de lo previsto y aprovechó para ducharse, arreglar su habitación y tomar un buen desayuno. Su buen humor era tan evidente que hasta Keira se echó a reír.

-Estás radiante -comentó dándole un rápido abrazo-. ¿Te besaste con él verdad?

Elena asintió poniéndose roja. Aunque le pidió que esperaran a Karen. La cuál, tal y como ambas suponían acabó pegando saltos en el bus.

-Es la mejor noticia que me han dado este año -gritó dichosa-. Bendito sea Zeus Todopoderoso por poner en la senda de esta Descendiente de Venus un Hércules tan fabuloso.

Le preguntaron mil y un detalles. Aunque Elena se reservó la mayor parte. Entendía por qué Keira era tan sumamente discreta con su relación con Sergio. Era muy difícil explicar todas aquellas sensaciones, y no estaba dispuesta a compartir ciertos aspectos privados de Leo. Como lo tierno que podía llegar a ser. El fuego que notaba cuando la besaba. Todo aquello quedaba reservado para ambos.

Las clases no resultaron tan tediosas como había supuesto en un principio. Hasta Esteban se sorprendió por encontrarla de tan buen humor.

-Estás diferente hoy -comentó mirándola confundido.

-Es un buen día. Me he despertado pronto y me ha dado tiempo a desayunar como una persona normal.

-Me alegro por ti. Por cierto, ¿qué día te viene mejor para hacer el trabajo de historia?

-La tarde que queráis. No tengo planes.

-¿Ni siquiera con Leo? -Inquirió Dennis con su sonrisa de medio lado mientras le revolvía el cabello-. Estás muy guapa hoy Descendiente de Venus. Está claro que Leo hizo bien su trabajo.

-¿De qué hablas? -Preguntó poniéndole mala cara.

Dennis soltó una carcajada.

-Leo llegó ayer a casa con la misma sonrisa ensoñadora que traes tú. Así que me imagino que lo pasasteis bien.

-Tuvimos una larga charla mientras paseábamos, nada más.

Dennis asintió sorna.

-Así que os lo estáis tomando con calma. Muy bien cuñada -se acomodó a su lado y comenzó a sacar sus libros-. Ya te veo almorzando en casa todos los domingos.

Lejos de sentirse ofendida, Elena sonrió soñadora. Incluso prestó especial atención a la clase. Su cuaderno lucía plagado de apuntes después de la primera media hora.

-Hablando del trabajo, podríamos quedar mañana si os viene bien -dijo Elena en voz baja.

-Te preguntaría si lo hacemos en tu casa. Pero intuyo que prefieres venir a la mía -comentó Dennis.

-No es por mí, es por Esteban y tus maravillosos videojuegos.

-Por supuesto. Hablaré con mi madre para ver si podéis venir a almorzar. Leo entra a trabajar a las seis, así que no podrá estar mucho rato.

-Es enternecedor verte hacer de casamentera -dijo Esteban haciendo que Elena se partiera de risa.

-Solo hago lo que cualquier chico haría por su prima.

Tras guiñarle un ojo a Elena, se puso a trabajar.

Su actitud hacia ella era exactamente la misma que cuando lo conoció, cercana y familiar. Lo que le confirmó aún más que Lola se había confundido. Dennis la apreciaba, pero estaba claro que no le gustaba de la misma forma que su hermano Leo. Lo cual fue un enorme alivio para ella.

¡Que el Karma me proteja!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora