Leo resultó ser un tipo de fiar, o al menos eso parecía. Ni Dennis ni Esteban le dedicaron miradas lastimosas, ni hicieron comentarios que pudieran sugerir que Leo había hablado de más. Por ello, Elena no consideró necesario advertirle.
Tuvieron que declinar la invitación de los chicos para ir a la bolera ese fin de semana por la boda de uno de los familiares de Keira. Aunque Elena no recordaba ni el nombre del novio, la propuesta de comer y beber gratis fue suficiente para que Elena rebuscara en su armario un vestido elegante. Sin embargo, se arrepintió en cuando se vio rodeada por desconocidos.
Optó por buscar un sitio libre en una mesa, y aguardar a que los camareros le trajeran los entrantes para socializar lo menos posible.
-¿Ya no aguantas los tacones? -Inquirió Keira sentándose a su lado.
Llevaba un vestido negro ajustado que realzaba sus curvas y unos tacones que le proporcionaban los centímetros suficientes para pasar por una ciudadana de estatura media. Algunos invitados habían comentado que el negro no era un color apropiado para una boda de mañana, pero Keira sabía manejarse, y aprovechaba la presencia de Elena para desviar el irritante tema. Así había sido con una de las tías abuelas de Keira cuyo nombre ni ella misma recordaba.
-Hola niña -había comenzado la señora recolocándose su abrigo de chinchilla-. Hace mucho que no te veo. Madre mía, sí que has crecido desde el entierro del abuelo Oliver.
-Los tacones hacen milagros.
-Aunque hija, podías haberte puesto un vestido más alegre, que parece que vas a otro funeral.
-Tenía pensado reservarlo para el tuyo, pero ya ves. Por cierto, esta es mi amiga Elena. Estamos juntas en el instituto. Es una amante de los libros. Os dejo para que charléis mientras voy a buscar algo de beber.
Después de varias jugarretas como esa, Elena había procurado mantenerse lejos de Keira.
-No es que me duelan los pies -dijo Elena respondiendo a su pregunta-, simplemente he agotado la poca batería social que me quedaba.
-Yo voy a necesitar al menos dos vasos más de vino para que esto deje de parecerme un coñazo.
-Hola, hola, queridas mías -gritó Karen saludándolas con la mano.
Iba correteando hacia ellas con sus tacones y su vestido amarillo. Lucía como un duendecillo encantador con tantos volantes e iba agarrada del brazo de Aarón, el hermano de Keira. Este pestañeaba repetidamente intentando quitarse una pestaña del ojo, aunque por un momento Elena pensó que trataba de pedir ayuda en código morse.
-¿Disfrutando de la compañía? -le preguntó Keira a su hermano.
-Tanto como si me estrangulara un boa constrictor.
Karen le dio un pequeño golpe en el brazo entre risas.
Debido a que no tenía pareja y al rechazo absoluto de sus amigos por acompañarlo a una boda que prometía ser un muermo, Aarón había aceptado llevar a Karen como su acompañante. Después de que esta lo acosara con llamadas, mensajes e incluso se presentara en su casa para que la dejara ir con él. Karen no estaba dispuesta a perderse la oportunidad de ponerse un vestido bonito y disfrutar del malestar de Keira y Elena por tener que socializar. Y así lo había conseguido, aunque a Aarón le pesara.
-Teníais que haber visto la cara de esas mujeres cuando he dicho que era su novia -les explicó Karen entre risas, agarrando aún más fuerte el brazo de Aarón-. Al principio estaban tan espantadas que apenas podían fingir su alegría. Luego pusieron las sonrisas más forzadas que he visto en mi vida.
-Siente una pasión fuera de lo común porque todos la miren de forma despectiva -comentó Aarón con cara de aburrimiento.
-Oh vamos, no finjas que no te has divertido. Incluso te he visto estirarte e hincharte como un pavo por poder presumir de un bombón como yo.
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¡Que el Karma me proteja!
RomantikElena pensaba que su último año de instituto sería tan rutinario como los anteriores, pero un encuentro accidentado con Dennis, un chico arrogante y encantador, cambia su mundo. Decidida a no dejarse intimidar por sus aires de seductor, Elena urde u...