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La tarde del sábado no se hizo esperar. Karen y Elena estaban tan entusiasmadas con sus respectivas citas, que hasta Keira decidió aprovechar también ese día para salir a solas con Sergio. En parte para lograr superar la tragedia de que una de sus mejores amigas saliera con su hermano.

Karen, deseosa por compartir su ilusión, logró convencerlas para que se reunieran en su casa para arreglarse juntas. Elena quiso escabullirse alegando que había quedado con Leo en la suya, pero tras una rápida llamada a este, Karen logró cambiar los planes. Así que resignada, se presentó en casa de su controladora amiga con varios de sus vestidos para dejarse asesorar.

-Definitivamente hoy tienes que estar despampanante -dijo Karen con las manos en las caderas-. Y por muy bonitos que sean esos vestidos, necesitas algo aún más llamativo.

-¿No estoy llamativa con este vestido? -Preguntó Elena mirándose en el espejo. Se había probado un sencillo vestido negro de punto que acentuaba su figura. Era tan elegante como cómodo. Y sabía que a Leo le encantaría.

-Estás preciosa con él, como con todos -continuó Karen rebuscando en su armario-. Pero creo que con este los dejarás con la boca abierta.

El vestido en cuestión era de un rojo intenso. Y con un escote bastante llamativo teniendo en cuenta que seguían en pleno invierno. Además, mostraba unos fruncidos que a Elena no la convencían.

-¿Tú qué opinas Keira? -Le preguntó Elena en busca de apoyo.

Keira la recorrió de arriba abajo, antes de repetir el proceso con el vestido que Karen continuaba sosteniendo.

-Karen tiene razón, con el rojo llamarás mucho más la atención. Aunque, el negro también te queda genial. Todo depende de cuánto quieras lucirte delante de sus amigos.

-Por favor -suspiró Karen-, es el momento perfecto para hacer que sus amigos babeen por ti. Te lo aseguro Helena de Troya, cuando te vean llegar, no podrán quitarte los ojos de encima.

Elena dudó unos segundos, sin embargo, en cuanto se probó aquel sensual vestido, todas sus reticencias se esfumaron. No solo acentuaba sus curvas, incluso las exageraba. Hasta su modesto pecho parecía más voluminoso con un buen sujetador y la apertura adecuada. Además, aquellos fruncidos en la tela que le habían parecido arrugas mal planchadas hacían que su silueta luciera aún más sinuosa. Y por supuesto, cuando se puso los tacones, y su trasero se alzó, el efecto la hizo sentir más hermosa que nunca.

Karen se ocupó de maquillarla, y buscarle los complementos adecuados. Keira le arregló el cabello de modo que su melena callera ondulada hacia un lado. Para cuando terminaron, casi no se reconocía a sí misma.

-Si Leo no tartamudea cuando te vea entrar -dijo Karen-, es que no sé nada de hombres.

Elena soltó una carcajada. Se sentía tan eufórica, que ni el dolor de pies por los altos tacones lograría arruinarle la noche.

Karen y Keira tampoco escatimaron esfuerzos por lucir espectaculares. La primera había optado por unos vaqueros ajustados y un jersey que dejaba a la vista sus hombros y parte de su increíble escote. Mientras Keira, leal al color negro, se había decantado por un vestido similar al que se había probado Elena, con la diferencia de que aquel tenía una apertura en el muslo.

Elena acababa de ayudar a Karen a escoger el pintalabios cuando llegó un mensaje de Leo. La estaba esperando abajo.

-Por tu vida Elena, mantén la calma -le ordenó Keira-, es en momentos como este cuando terminas tropezando o formando un estropicio. Leo no tiene ninguna prisa, baja con cuidado las escaleras y despídete de todos.

Agradecida por la serenidad que Keira siempre lograba infundirle, cumplió con sus instrucciones. Por lo que, tras abrazarlas efusivamente, bajó para despedirse de los padres de Karen, que repitieron varias veces que iba muy guapa.

¡Que el Karma me proteja!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora